39 - El epiléptico curado y el segundo anuncio de la pasión (Mt 17, 14-23)

 DÍA 39


1. Invoca al Espíritu Santo.


2. La Palabra de Dios

El epiléptico curado y el segundo anuncio de la pasión (Mt 17, 14-23)

14 Cuando volvieron adonde estaba la gente, se acercó a Jesús un hombre que, de rodillas, 15 le dijo: «Señor, ten compasión de mi hijo que es lunático y sufre mucho: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. 16 Se lo he traído a tus discípulos y no han sido capaces de curarlo».

17 Jesús tomó la palabra y dijo: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros, hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo».

18 Jesús increpó al demonio y salió; en aquel momento se curó el niño.

19 Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?».

20 Les contestó: «Por vuestra poca fe. En verdad os digo que, si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a aquel monte: “Trasládate desde ahí hasta aquí”, y se trasladaría. Nada os sería imposible».

21 Esta especie no puede expulsarse sino por la oración y el ayuno.

22 Mientras recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, 23 lo matarán, pero resucitará al tercer día».

Ellos se pusieron muy tristes.


3. La palabra ilumina

Tras haber pedido ayuda en vano a los Doce, un hombre que por su humilde actitud recuerda al centurión (cf. Mt 8, 6) y a la cananea (Mt 15, 22) suplica a Jesús que cure a su hijo epiléptico. Con su palabra autorizada y eficaz, Jesús, realizando un exorcismo, lleva a cabo de inmediato la curación. Partiendo del relato de este milagro narrado con la máxima concentración y sin detalle alguno, el fragmento evangélico refiere la enseñanza de Jesús sobre la fe. 

Los términos que dan unidad a la composición aparecen expresados en sus afirmaciones o, mejor, en su desconsolado lamento sobre la generación «incrédula y perversa» (17, 17) y sobre la «poca fe de los discípulos» (17,20).

¿A quién se refiere? La primera sentencia, de claro sabor bíblico, no parece referirse directa o exclusivamente a los discípulos, sino más bien por sus fuertes resonancias al Antiguo Testamento (cf. Dt 32,5; Nm 14,27) parecen ser una severa advertencia dirigida al pueblo elegido y, por consiguiente, al nuevo Israel, a todos los que sienten la tentación de ceder a la tentación de la incredulidad y, en consecuencia, de alejarse cada vez más de Dios y de su plan de salvación. Se llegará, de hecho, hasta el rechazo claro de Jesús, el enviado definitivo del Padre.

¿Y cómo va la salud espiritual de los discípulos? Ellos, que lo han dejado todo para seguir a Jesús, no han conseguido curar al muchacho por su «poca fe»... Poca fe no es sinónimo de «incredulidad»; se trata más bien de una fe enferma, resquebrajada por las dudas, los miedos y la desconfianza. Es una fe que no convierte su relación vital con Cristo en lo profundo y en lo esencial de toda acción. Jesús dice, en efecto, que bastaría un grano de fe auténtica para trasladar las montañas. La afirmación hiperbólica es una invitación a creer en el poder de la fe, que crece precisamente en las situaciones de mayor sufrimiento y prueba y se hace madura cuando ya no se escandaliza ante el signo de la cruz. 

Jesús anuncia, por segunda vez, su próxima «entrega» en manos de los hombres, y los discípulos vuelven a experimentar tristeza. 

Solo al precio de su muerte, solo con su resurrección y el don del Espíritu, Jesús estará siempre en medio de los suyos para hacer de la generación incrédula y perversa su pueblo santo, que anuncia con coraje el Evangelio de la salvación.


4. Dialoga con el Señor.


Señor Jesús la tentación de la desconfianza nos asedia: danos la fuerza de resistir y de rechazarla apoyándonos firmemente en tu Palabra, que no pasa. Si pones Tú mismo en nuestro corazón un grano de fe, entonces también nosotros trasladaremos las montañas: nada es imposible para ti. Nosotros lo creemos y, postrados, repetimos humildemente nuestro acto de fe.


Dios te bendiga.

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