12 - Otras enseñanzas de Jesús (Mt 7, 1-29)

 DÍA 12

1. Invoca al Espíritu Santo. 

Esta oración es de San Agustín:


Espíritu Santo, inspíranos, 

para que pensemos santamente.

Espíritu Santo, incítanos, 

para que obremos santamente.

Espíritu Santo, atráenos, 

para que amemos las cosas santas.

Espíritu Santo, fortalécenos, 

para que defendamos las cosas santas.

Espíritu Santo, ayúdanos, 

para que no perdamos nunca las cosas santas.


2. La Palabra de Dios

Otras enseñanzas de Jesús (Mt 7, 1-29)

1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. 

3 ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?  4 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? 5 Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.

6 No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros. 

7 Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá;8 porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

9 Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; 10 y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente?

11 Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!

12 Así, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas.

La recta conducta

13 Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. 14 ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.

15 Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.

16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? 17 Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos.

18 Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. 19 El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego.

20 Es decir, que por sus frutos los conoceréis. 21 No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

22 Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. 23 Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”.

24 El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. 25 Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

26 El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. 27 Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande». 

28 Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, 29 porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.


3. Palabra que ilumina

Las diferentes enseñanzas referidas en el capítulo 7 parecen simplemente yuxtapuestas; sin embargo, considerándolas en el interior del sermón de la montaña, se vuelve más evidente su hilo conductor. 

La primera parte del capítulo (vv. 1-11) se puede entender, en efecto, como un comentario a las peticiones finales del padrenuestro: la petición del perdón y la súplica de la liberación del mal. Jesús exhorta a no condenar a los hermanos y a tomar conciencia del propio pecado que ofusca la conciencia (vv. 1-5). Eso no significa suspender el discernimiento de una manera imprudente: el mal existe, el rechazo obstinado de la gracia es una realidad.

De ahí que no haya que dar las cosas santas -la doctrina de Jesús, los sacramentos confiados a la Iglesia- a quien las profanaría. El comentario del padre nuestro, abierto con la llamada a procurarse el verdadero tesoro (6,20), concluye con una invitación a la confianza en la eficacia de la oración: la mirada se eleva para contemplar y experimentar la extraordinaria bondad de un Dios que, aun siendo el Todo-otro (en los cielos), es nuestro Padre (vv. 7-11).

La segunda parte del capítulo (vv. 12-29) concluye todo el sermón de la montaña: la «regla de oro» lo resume (v. 12), y la imagen de las dos puertas y de los dos caminos exhorta a abrazar de manera generosa sus exigencias, puesto que conducen a la vida. Sigue un sencillo criterio para evaluar a los que se presentan como «profetas»: cada árbol se reconoce por sus frutos. La imagen de las dos casas extiende la comprobación de la autenticidad a todos los discípulos: es preciso fundamentar de manera concreta la propia vida sobre «estas palabras» de Jesús para ser reconocidos por él en el día del juicio y entrar en el Reino del que Él es Señor. Al final del sermón de la montaña, el evangelista anota el asombro de las muchedumbres, que empiezan a intuir la autoridad absolutamente única de Jesús.


4. Dialoga con el Señor

Pídele edificar tu casa, tu vida sobre la roca firme de su Palabra.

Dios te bendiga.

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