25 - El corazón (Mt 12, 22-27)

 DÍA 25


1. Invoca al Espíritu Santo


2. La Palabra de Dios

El corazón (Mt 12, 22-27)

22 Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo, y lo curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. 23 Y toda la multitud asombrada decía: «¿No será este el hijo de David?».

24 Pero los fariseos al oírlo dijeron: «Este expulsa los demonios con el poder de Belzebú, príncipe de los demonios».

25 Pero él, dándose cuenta de sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido internamente va a la ruina y toda ciudad o casa dividida internamente no se mantiene en pie. 26 Si Satanás expulsa a Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino? 27 Y si yo expulso los demonios con el poder de Belzebú, ¿vuestros hijos con el poder de quién los expulsan? Por eso ellos os juzgarán. 28 Pero si yo expulso a los demonios por el Espíritu de Dios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios.

29 ¿Cómo podrá uno entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse su ajuar, si no ata primero al fuerte?

30 El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.

31 Por eso os digo que cualquier pecado o blasfemia serán perdonados a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.

32 Y quien diga una palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero quien hable contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este mundo ni en el otro.

33 Plantad un árbol bueno y el fruto será bueno; plantad un árbol malo y el fruto será malo; porque el árbol se conoce por su fruto.

34 Raza de víboras, ¿cómo podéis decir cosas buenas si sois malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.

35 El hombre bueno saca del caudal bueno cosas buenas, pero el hombre malo saca del caudal malo cosas malas.

36 En verdad os digo que el hombre dará cuenta en el día del juicio de cualquier palabra inconsiderada que haya dicho.

37 Porque por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras serás condenado».


3. La Palabra ilumina

En años recientes ha habido una tendencia a leer los evangelios como si los exorcismos narrados en ellos fueran simplemente curaciones que la ignorancia de los antiguos ha contado de manera crédula y colorida. Hoy, sin embargo, no es raro que médicos y psiquiatras admitan el origen preternatural de ciertos males que sufren sus pacientes. Jesús vino para derrotar al autor del pecado y de la muerte, que quiere apoderarse del corazón humano: por eso, los evangelistas describen el ministerio del Señor como una lucha abierta y continua contra el maligno.

El demonio tiene artes sutiles y redes impalpables; prefiere actuar sin ser molestado de una manera poco aparente. Jesús le desenmascara, revelando su infausta presencia incluso allí donde el hombre parece perfectamente dueño de sí mismo. Existe, en efecto, una opresión del maligno de la que solo «el más fuerte», Jesús y los que actúan en su nombre, puede liberar; ahora bien, existe asimismo un cierto pacto con el mal que cada uno debe reconocer y rechazar, con la ayuda del Señor y de su Santo Espíritu.

Jesús nos enseña a diagnosticar el estado de salud espiritual en el que nos encontramos a partir de un dato concretísimo: las palabras, «porque la boca dice lo que brota del corazón». En ocasiones, es cierto, emitimos un juicio con superficialidad, comentamos un hecho sin haber sopesado bien nuestras afirmaciones. Debemos darnos cuenta de que también nuestra superficialidad puede acarrear daño a la conciencia de los hermanos y de que, de todos modos, indica una cierta enfermedad interior. Si, a continuación, nos acaece formular juicios concluyentes, emitir insinuaciones sobre la conducta de los otros o incluso calumniar al prójimo, entonces nuestra enfermedad es verdaderamente grave; no podemos hacernos la ilusión de tener un buen tesoro en el corazón. El Señor nos invita hoy a tomar conciencia del estado de nuestra salud espiritual a fin de poder decidir conscientemente: o con Él o contra Él. A pesar de nuestras fragilidades y miserias, podemos ser suyos: el Padre no negará nunca el perdón y la gracia a quien se dirige a Jesús. A quien espera su ayuda para curarse e invoca al Espíritu para ser liberado de todo compromiso con el mal.


4. Reza a Dios

Pon nombre a esa esclavitud que tienes, a ese demonio que te aparta del amor de Dios e invoca con insistencia al Espíritu Santo para que Dios te ayude y libere.


5. A tener en cuenta

La novedad de la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros. Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía. Dios se nos da a conocer como misterio de amor infinito en el que el Padre expresa desde la eternidad su Palabra en el Espíritu Santo. 

Dios te bendiga.

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