16 - La curación de un paralítico (Mt 9, 1-8)

 DÍA 16


1. Invoca al Espíritu Santo


2. La Palabra de Dios

La curación de un paralítico (Mt 9, 1-8)

1 Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. 2 En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados».

3 Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema».

4 Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5 ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”?

6 Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados –entonces dice al paralítico–: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”».

7 Se puso en pie y se fue a su casa. 8 Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.


3. La Palabra ilumina

"No vayas a decir: No me ha dado lo que le pedía. ¡Vuelve a tu conciencia! Examínala, escrútala. Si has invocado a Dios, puedes estar seguro de que no te ha dado cuanto le has pedido para esta vida terrena porque no te ayudaba. ¡Hermanos, que crezca en vuestro corazón esta convicción: el corazón cristiano, el corazón fiel! No empecéis a poneros tristes, como si hubierais sido defraudados en vuestros deseos, y no dejéis que os gane la indignación contra Dios. Consultad las Escrituras. ¡Fue escuchado el diablo y no fue escuchado el apóstol! Los demonios pidieron ir a los puercos y se les concedió (cf. Mt 8,31s). Dice el apóstol: «Tengo un aguijón clavado en mi carne [...] He rogado tres veces al Señor para que apartase esto de mí y otras tantas me ha dicho: "Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad"» (2 Cor 12,7-9).

También el enfermo le pide muchas cosas al médico, y este no se las concede. No se pliega a la voluntad del enfermo, pero sí escucha su deseo de curar. Considera a Dios como tu médico. Pídele la salvación y Él mismo será tu salvación. ¿Qué te importa que no quiera que tengas lo que tú querrías tener, si después se te dará Él mismo? Pensad y reflexionad, hermanos, cuántos bienes concede Dios a los pecadores. Así comprenderéis lo que reserva a sus fieles. A los pecadores, que blasfeman de Él, cada día les da el cielo y la tierra; les da las fuentes, los frutos, la salud, los hijos, la riqueza, la fecundidad. Es Dios quien da todos estos bienes. Y deberemos pensar tal vez que el que da tales cosas a los pecadores, no reserva nada a los fieles? ¡Ciertamente, les reserva algo! No la tierra, sino el cielo. Les reserva a Sí mismo, que es Creador del cielo. El cielo es bello, y más bello es el autor del cielo. Pues yo, dices, veo el cielo, pero no veo al autor... Señal de que no tienes ojos capaces de ver el cielo, pues no tienes todavía un corazón capaz de ver al autor del cielo. Sin embargo, por eso mismo ha venido del cielo a la tierra: para purificar tu corazón, para que pueda ver a aquel que hizo el cielo y la tierra. Mientras tanto, espera pacientemente la salvación" (Agustín de Hipona, Comentarios sobre los salmos, 85,9)


4. Conversa con el Señor.

¿Qué te sugiere la lectura del evangelio?


Dios te bendiga.

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