24 - El sábado (Mt 12, 1-21)

 DÍA 24


1. Invoca al Espíritu Santo


2. Lee la Palabra de Dios

El sábado (Mt 12, 1-21)

1 En aquel tiempo atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.

2 Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado».

3 Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? 4 Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino solo a los sacerdotes.

5 ¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? 6 Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. 7 Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais a los inocentes. 8 Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».

9 Se dirigió a otro lugar y entró en su sinagoga.

10 Había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Entonces preguntaron a Jesús para poder acusarlo: «¿Está permitido curar en sábado?».

11 Él les respondió: «Supongamos que uno de vosotros tiene una oveja y que un sábado se le cae en una zanja, ¿no la agarra y la saca? 12 Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer bien en sábado».

13 Entonces le dijo al hombre: «Extiende tu mano». 

La extendió y quedó restablecida, sana como la otra.

14 Al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.

15 Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron. Él los curó a todos, 16 mandándoles que no lo descubrieran.

17 Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías: 18 «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. 19 No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles. 20 La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará, hasta llevar el derecho a la victoria; 21 en su nombre esperarán las naciones»


3. La Palabra ilumina

La mentalidad legalista de los fariseos puede hacerme sonreír: en ocasiones se presenta tan estrecha que resulta grotesca. Con todo, no se debe considerarla extraña a ti y a mí o como un fenómeno circunscrito a ciertas épocas y ambientes: su raíz se propaga hasta nosotros y a nuestro tiempo. La novedad de Jesús manifiesta la novedad misma de Dios, irreductible a los esquemas humanos. En efecto, el que cree siente constantemente la tentación de sustituir la fe adhesión de todo el ser al Dios vivo con la religiosidad, entendida como un sistema de normas, creencias y prácticas que ligan el hombre a Dios. Sin embargo, el que afirma que no cree se forma también su propio sistema de opiniones, preceptos y comportamientos tranquilizadores, rigurosamente intangibles incluso cuando se elaboran para legitimar una transgresión.

Jesús reconduce a todos creyentes, agnósticos o ateos a la norma de vida fundamental: hacer el bien, poner a la persona del otro, con sus necesidades concretas, en el centro de nuestros propios intereses. Si esto vale para todos, mucho más debe valer para los cristianos, que realizan de este modo el verdadero culto a Dios, el sacrificio auténtico de ellos mismos a través del ejercicio de la misericordia. Jesús no permite que nos atrincheremos detrás del cumplimiento formal de nuestras obligaciones religiosas, probablemente juzgando mal a quienes no hacen lo mismo. Jesús nos invita, una vez más, al amor auténtico a Dios, un Dios que nos remite siempre al verdadero bien de nuestro prójimo. Él te quiere como cooperador suyo en esta «práctica de piedad» fundamental. Toda expresión de religiosidad que no esté animada por este amor no es, en verdad, más que «puro precepto humano, simple rutina» (Is 29,13), que atrofia irremediablemente no solo la mano, sino el corazón de quien la practica. 


4. Dialoga con el Señor

Que el Señor nos encuentre siempre abiertos a la novedad de su amor en las circunstancias ordinarias de nuestra vida.

Dios te bendiga.

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