33 - Controversia sobre la tradición y lo puro y lo impuro (Mt 15, 1-20)
DÍA 33
1 Invoca al Espíritu Santo
2. La Palabra de DIos
Controversia sobre la tradición y lo puro y lo impuro (Mt 15, 1 - 20)
1 Entonces se acercaron a Jesús unos fariseos y escribas de Jerusalén y le preguntaron: 2 «¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros mayores y no se lavan las manos antes de comer?».
3 Él les respondió: «¿Por qué quebrantáis vosotros el mandato de Dios en nombre de vuestra tradición? 4 Pues Dios dijo: “Honra al padre y a la madre” y “El que maldiga al padre o a la madre es reo de muerte”.
5 Pero vosotros decís: “Si uno dice al padre o a la madre: ‘Los bienes con que podría ayudarte son ofrenda sagrada’, 6 ya no tiene que honrar a su padre o a su madre”. Y así invalidáis el mandato de Dios en nombre de vuestra tradición.
7 Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, diciendo:
8 “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
9 El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”».
10 Y, llamando a la gente, les dijo: «Escuchad y entended: 11 no mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre».
12 Se acercaron los discípulos y le dijeron: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oírte?».
13 Respondió él: «La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. 14 Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo».
15 Pedro le dijo: «Explícanos esta parábola».
16 Él les dijo: «¿También vosotros seguís sin entender? 17 ¿No comprendéis que todo lo que entra por la boca pasa al vientre y se expulsa en la letrina?, 18 pero lo que sale de la boca brota del corazón; y esto es lo que hace impuro al hombre, 19 porque del corazón salen pensamientos perversos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, difamaciones, blasfemias. 20 Estas cosas son las que hacen impuro al hombre. Pero el comer sin lavarse las manos no hace impuro al hombre».
3. La Palabra ilumina
Es frecuente encontrar a personas para quienes la religión y la pertenencia a la Iglesia no es más que una jaula opresora de normas de la que es preciso evadirse reivindicando la propia libertad. ¿De dónde nace esta incomodidad? Las causas pueden ser muchas, pero una de ellas es, a no dudar, el modo de celebrar el culto. Si este se vive solo de una manera exterior, se queda en un montón de preceptos inútiles que acaban siendo aburridos y también perjudiciales.
La observancia exacta puede hacer surgir, en efecto, la pretensión de tener derechos sobre Dios en virtud de un comportamiento correcto, mientras que, en realidad, todavía no ha tenido lugar un encuentro real con el Dios vivo y verdadero. Cuando Él entra verdaderamente en la vida de una persona, conduce a una adhesión que supera toda ley, sin infringir ninguna. El yugo que antes parecía pesado se vuelve ligero, porque ahora se lleva con buen ánimo.
Jesús, nuestro camino, ha venido precisamente a trazar un gran camino de libertad para nosotros: el camino del amor. San Agustín se hará eco de la enseñanza del Maestro cuando afirma su celebre: «Ama y haz lo que quieras». Sólo el amor permite tener una inteligencia sabia de lo que cuenta de verdad. Sin embargo, ¿cómo amar de verdad —sin cambiar por amor lo que se nos vuelve cómodo y agradable— si no es dejando espacio a la vida divina en nosotros? Todo cristiano, en virtud del bautismo, tiene en sí mismo esa fuente, la cuestión consiste en descubrirla y hacerla manar. El amor —el Espíritu Santo— ha sido derramado en nuestros corazones (cf. Rom 5,5) y puede conducirnos a vivir una vida de verdaderos hijos de Dios.
Jesús insiste sobremanera en el hecho de que no es importante lo que entra en el hombre, sino lo que sale de su corazón. En consecuencia, es preciso que nos pongamos a la escucha de la Palabra que nos ha sido dirigida, a fin de descubrir las exigencias de la vida cristiana. La Palabra es, verdaderamente, lámpara para los pasos del creyente, luz segura que indica el camino que debemos recorrer. Es preciso dejarnos interpelar por ella continuamente si queremos evitar los dos escollos contrapuestos: un ritualismo que se contenta con observancias exteriores y un engañoso permisivismo que se permite todo en nombre de la libertad. Una vez más, es la contemplación de Jesús crucificado lo que indica la medida del amor autentico: absoluta gratuidad que se entrega libremente por todos, sin cálculos ni restricciones.
4. Dialoga con el Señor
Dios te bendiga.
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