28 - Otras parábolas y la explicación de la parábola de la cizaña (Mt 13, 24-43)

 DÍA 28


1. Invoca al Espíritu Santo


2. La Palabra de Dios

Otras parábolas y la explicación de la parábola de la cizaña (Mt 13, 24-43)

24 Les propuso otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó.

26 Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña.

27 Entonces fueron los criados a decirle al amo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”.

28 Él les dijo: “Un enemigo lo ha hecho”. Los criados le preguntan: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”. 29 Pero él les respondió: “No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo.

30 Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».

31 Les propuso otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; 32 aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros del cielo a anidar en sus ramas».

33 Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta».

34 Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, 35 para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».

36 Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».

37 Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38 el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; 39 el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el final de los tiempos y los segadores los ángeles.

40 Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos: 41 el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, 42 y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

43 Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.


3. La Palabra ilumina

Una semilla minúscula puede encerrar en sí un árbol majestuoso, una mies abundante: así sucede con el Reino, así sucede con Jesús. Ahora bien, la semilla debe morir para dar su fruto... Un puñado de levadura fermenta toda una gran masa de harina y la transforma en pan. Sin embargo, la levadura debe desaparecer para ser eficaz...

Jesús nos educa para contemplar la realidad con unos ojos nuevos, descubriendo en ella como en filigrana el designio del Padre, el rostro del Hijo, la acción del Espíritu. A nosotros, discípulos constantemente tentados a desanimarnos por la inutilidad de nuestros esfuerzos, nos ofrece el Señor su mirada, sus pensamientos, que distan de los nuestros como el cielo está por encima de la tierra. Dios ha elegido lo que es débil, lo que es necio, insignificante a los ojos del mundo, para renovar el mundo desde sus fundamentos. Ha elegido la cruz esto es, la aniquilación y la infamia para salvar a la humanidad y redimir el cosmos. En consecuencia, no debe maravillarnos la presencia del mal que nos asedia y obstaculiza lo que hacemos. Este dato, de hecho, nos obliga a renovar cada día nuestra adhesión al Señor y, por eso mismo, a asumir nuestra cruz con perseverancia y amor. Solo así podremos compartir la misión y la suerte del Hijo, que ha destruido el pecado y perdonado a los pecadores muriendo como semilla en el surco de nuestra historia para llevar al Padre, «en el tiempo de la siega», la abundante mies de los salvados. Del fracaso de una hora ha germinado la gloria eterna, ofrecida a todos nosotros, «hijos del Reino, hijos en el Hijo por la misericordia del Padre.»


4. Habla con el Señor


Dios te bendiga.

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