22 - Lamentación sobre la generación presente (Mt 11, 16-23)

 DÍA 22


1. Invoca al Espíritu Santo


2. La Palabra de Dios

    Los capítulos 11 al 13 hablan del misterio del Reino de Dios, algo central de Mateo.

Lamentación sobre la generación presente (Mt 11, 16-23)

16 ¿A quién compararé esta generación? Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: 17 “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”. 18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. 19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

20 Entonces se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido: 21 «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.

22 Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.

23 Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy.

24 Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti»


3. La Palabra ilumina

La Palabra de Dios no es una información impersonal, aunque se dirige a todos; al contrario, es lo más personal que puede haber, porque procede de las Personas divinas y suscita la respuesta del hombre, convertido en interlocutor del Eterno. El reproche de Jesús a «esta generación» se dirige hoy a nosotros, que, como los contemporáneos del Señor, sentimos la tentación de dejar caer la Palabra en saco roto. Ella nos llama unas veces al arrepentimiento y otras a la alegría, pero nos invita siempre a reconocer en Jesús la infinita sabiduría de Dios, la revelación plena del amor del Padre por nosotros. 

La Palabra, por tanto, pide una respuesta, y corre el riesgo de encontrarnos desganados, como los niños de los que habla el Evangelio: no nos agrada tomar una decisión que pueda cambiarnos la vida, que exija una conducta coherente. El reproche que el Señor nos dirige hoy es el don que nos ofrece: si alza un poco la voz como se hace con los niños caprichosos— es a fin de cuentas para hacerse oír, para atraernos hacia Él, a una comunión más profunda, una unión de amistad más intensa, y, por eso, más exigente.

Acojamos, pues, su invitación a la conversión con un sincero arrepentimiento, vivamos la alegría de la salvación con un gozo contagioso y, sobre todo, aprendamos a contemplar en Jesús la Sabiduría de Dios, que actúa siempre en la historia y quiere suscitar también nuestra colaboración: quien escucha la Palabra con corazón abierto, se convierte en su anunciador en medio de los hermanos con su misma vida.


4. Conversa con el Señor

¿Qué te sugiere el Evangelio? ¿Por qué le das las gracias o qué le pides?

Dios te bendiga.

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