23 - El Evangelio (buena noticia) para los sencillos (Mt 11, 25-30)

 DÍA 23


1. Invoca al Espíritu Santo


2. La Palabra de Dios

El Evangelio (buena noticia) para los sencillos (Mt 11, 25-30).

25 En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños.

26 Sí, Padre, así te ha parecido bien. 27 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

28 Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.

29 Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. 30 Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera»


3. La Palabra ilumina

Se ha definido esta perícopa como el Magníficat de Jesús, como su himno de júbilo. El sentido más inmediato del fragmento es, por tanto, que la intuición de los misterios del Reino (o estas cosas) y de la identidad de Jesús es puro don del Padre. Ese don ha sido escondido a los sabios y prudentes, tan convencidos de conocer los caminos de Dios que rechazan al Enviado, a pesar de sus obras y sus milagros (vv. 19s). Con todo, Jesús realiza estas afirmaciones mientras está en oración, en una rebosante acción de gracias: su condena no es tanto una condena de la sabiduría religiosa de los fariseos como más bien una exaltación de la humildad de Dios, que es verdaderamente un «Dios escondido» (Is 45,15) para el que no quiere hacerse pequeño y sencillo. 

Jesús, en la exultación de su alabanza, adora la voluntad del Padre (v. 26) y revela su propio vínculo único e inefable con Él. El Hijo es el verdadero pequeño que lo recibe todo del Padre; por eso mientras que su mismo misterio permanece velado Él conoce a Dios como nadie y hace participar también a los suyos de su propio conocimiento filial. 

Los vv. 28-30 constituyen la invitación del Maestro (cf. Eclo 51,23-27) o, mejor aún, de la misma Sabiduría a aprender el camino de la vida (cf. Prov 8,1-11; Mt 11,19b). Una imagen bíblica comparaba la ley y su estudio a fondo con un yugo: Jesús exhorta ahora a sus discípulos a asumir su yugo y su enseñanza, que liberan del peso insostenible de innumerables y detallados preceptos. La norma a seguir desde ahora es el mismo Maestro, manso y humilde de corazón, que impone a los que le siguen el yugo suave de la caridad.


4. Dialoga con el Señor

Este día te invito a pedir al Señor la sencillez y la humildad para reconocer.

Dios te bendiga.

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