35 - Curaciones y segunda multiplicación de los panes (Mt 15, 29-39)
DÍA 35
1. Invoca al Espíritu Santo
2. La Palabra de Dios
Curaciones y segunda multiplicación de los panes (Mt 15, 29-39)
29 Desde allí Jesús se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él.
30 Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies y él los curaba.
31 La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.
32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino».
33 Los discípulos le dijeron: «¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».
34 Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron: «Siete y algunos peces».
35 Él mandó a la gente que se sentara en el suelo.
36 Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
37 Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.
38 Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños.
39 Despidió a la multitud, montó en la barca y se dirigió a la región de Magadán.
3. La palabra ilumina
El fragmento se abre con un resumen de curaciones: el evangelista presenta a Jesús como Salvador de todos los que sufren. Su figura domina la escena: sentado en el monte, acuden a Él las muchedumbres —como en peregrinación— para poner los enfermos a sus pies. Son cuatro los tipos de necesitados que presentan al Señor: tullidos, ciegos, sordos, mancos. Jesús da así cumplimiento a la profecía de Isaías: Se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán, brincará el cojo como un ciervo, la lengua del mudo cantará» (Is 35,5s).
Las muchedumbres, al ver las curaciones que había realizado, «se pusieron a alabar al Dios de Israel» (v. 31). Ven a un hombre, creen en Dios. Y Jesús, a quien afecta profundamente el sufrimiento de la gente, revela adecuadamente el rostro del Dios «grande en el amor», que se estremece de compasión por su pueblo. En consecuencia, también se cumple la profecía de Jeremías: «Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (Jr 31,31). Y es precisamente «la compasión» lo que impulsa a Jesús a realizar una nueva multiplicación de panes.
Con todo, este pasaje no debemos considerarlo como una simple «repetición» de Mt 14,13-21. Además de la figura de Jesús, emerge aquí también el grupo de los discípulos, quienes van adquiriendo cada vez más un papel preciso: se están preparando para su misión en la Iglesia. El diálogo que se desarrolla entre ellos y el Maestro recuerda el lamento de Moisés en el desierto, cuando preguntó a Dios: «¿Dónde puedo yo encontrar carne para todo este pueblo?» (Nm 11,13). Los discípulos, como el gran guía del pueblo de Israel, ejercen una tarea de mediación: presentan los siete panes y los pocos peces. El «rito» de la multiplicación se formula por medio de cuatro verbos clave: tomar, dar gracias, partir y distribuir; el desenlace es sorprendente: «Comieron todos hasta saciarse».
Y hay algo más: los siete cestos llenos con los trozos sobrantes indican no solo la totalidad, sino también la sobreabundancia del don, signo y anticipación del banquete del Reino en el que Jesús mismo servirá y se ofrecerá como alimento para saciar la verdadera hambre de cada hombre.
4. Dialoga con el Señor.
Dios te bendiga.
Comentarios
Publicar un comentario