36 - Un signo del cielo y la levadura de los fariseos y saduceos (Mt 16, 1-12)
DÍA 36
1. Invoca al Espíritu Santo
Hoy te dejo una canción...
2. La Palabra de Dios
Un signo del cielo y la levadura de los fariseos y saduceos (Mt 16, 1-12)
1 Se le acercaron los fariseos y saduceos y, para ponerlo a prueba, le pidieron que les mostrase un signo del cielo.
2 Les contestó: «Al atardecer decís: “Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojo”. 3 Y a la mañana: “Hoy lloverá, porque el cielo está rojo oscuro”. ¿Sabéis distinguir el aspecto del cielo y no sois capaces de distinguir los signos de los tiempos?
4 Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el de Jonás». Y dejándolos se marchó.
5 Al pasar a la otra orilla, a los discípulos se les había olvidado tomar pan.
6 Jesús les dijo: «Estad atentos y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos».
7 Discutían entre ellos diciendo: «Es porque no hemos cogido panes».
8 Dándose cuenta Jesús dijo: «¡Gente de poca fe!, ¿por qué andáis discutiendo entre vosotros que no tenéis panes? 9 ¿Aún no entendéis? ¿No os acordáis de los cinco panes para los cinco mil?, ¿cuántos cestos sobraron? 10 ¿Ni de los siete panes para los cuatro mil?, ¿cuántas canastas sobraron? 11 ¿Cómo no comprendéis que no me refería a los panes? Guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos».
12 Entonces comprendieron que no hablaba de guardarse de la levadura del pan, sino de la enseñanza de los fariseos y saduceos.
3. La Palabra ilumina
«Prueba, «señal» y «signo» son términos clave de este fragmento. Los adversarios de Jesús se reunieron para «ponerlo a prueba». Como no están dispuestos a creer, los milagros que Jesús realiza no les bastan para «probar» su identidad mesiánica. Los fariseos y los saduceos —estos últimos sobre todo se sienten amenazados en sus poderes e intereses— le exigen «una señal del cielo», es decir, exigen que le pida a Dios su intervención con un acontecimiento extraordinario. Jesús, a lo largo de toda su existencia terrena, choca con la incredulidad y la hostilidad. Al comienzo de su vida pública, llevado por el Espíritu al desierto, fue «probado» allí por Satanás, pero con la fuerza de la Palabra de Dios rechazó la tentación de un mesianismo espectacular y abrazó la voluntad del Padre, que había trazado para Él un camino de humildad y abajamiento (kénosis): salvar a la humanidad ofreciendo su vida como prueba suprema de amor. Y precisamente mientras cuelga de la cruz se le pide de nuevo —última tentación— que dé una «señal»: «Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz, y creeremos en él» (Mt 27, 41ss). Entonces ofrecerá, efectivamente, un signo, pero no el que descarta el sufrimiento y la cruz, sino el «signo de Jonás», entendido por Mateo como la resurrección de Jesús tras su breve permanencia en el corazón de la tierra, en las profundidades de los infiernos adonde había bajado Adán arrastrando consigo a toda la humanidad.
Los versículos siguientes (vv. 5-12) revelan que no solo es grande la tensión con los adversarios, sino que también crece la incomprensión de los mismos discípulos. Estos, poco después del milagro de la multiplicación de los panes, se muestran preocupados por no tener nada que comer, olvidándose de la provisión de pan... Jesús se apoya en esta referencia para ponerles en guardia contra «la levadura de los fariseos y los saduceos», es decir, contra su enseñanza. Como hombres de poca fe, necesitan seguir a Jesús con una mayor radicalidad, adhiriéndose firmemente a su doctrina, confiando en su ayuda en las dificultades (cf. el recuerdo de sus dos prodigiosas multiplicaciones de panes) y guardándose de una concepción distorsionada y «terrena» del Mesías. El fragmento se cierra, sin embargo, con una nota de esperanza, porque, como se subraya, los discípulos «comprenden» la enseñanza de Jesús.
4. Dialoga con el Señor
¿Tú también le retas con signos, señales y pruebas?
Dios te bendiga.
Comentarios
Publicar un comentario