10 - La oración, el ayuno y la limosna. (Mt 6, 1-18)

 DÍA 10

1. Invoca al Espíritu Santo



2. La Palabra de Dios

La oración, el ayuno y la limosna. (Mt 6,1-18)

1 Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.

2 Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; 4 así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

5 Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

6 Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.

7 Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. 8 No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. 9 Vosotros orad así:

“Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

10 venga a nosotros tu reino,

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,

11 danos hoy nuestro pan de cada día,

12 perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,

13 no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal”.

14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, 15 pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.

16 Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.

17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, 18 para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.


3. Palabra que Ilumina

Jesús considera los tres fundamentos de la religiosidad judía la limosna, la oración y el ayuno y los reconduce a una dimensión de mayor interioridad. A buen seguro, es necesario practicar la justicia (v. 1), esto es, corresponder a las exigencias divinas, pero lo que da significado y valor a todos los actos humanos es la intención del corazón. A partir de la afirmación inicial se desarrollan tres cuadros estructurados de una manera idéntica para favorecer la memorización. A una actitud hipócrita le sigue una clara sentencia de reprobación y una indicación positiva. Jesús dirige la atención a la finalidad (recompensa) que nos prefijamos, porque, aun cuando la acción sea buena y piadosa, su finalidad puede ser perversa, estar dirigida al provecho de la propia vanidad. El bien, en cambio, debemos alcanzarlo siempre de aquel que es su fuente, el Padre, y estar orientado en última instancia a Él. El secreto en su realización es garantía de autenticidad, mientras que su exhibición esta considerada como hipocresía, que, en el griego bíblico, significa no solo ficción, sino verdadera impiedad. 

El cuadro central se amplía con la enseñanza del padrenuestro. Las expresiones con las que Jesús introduce y concluye esta oración proporcionan su clave de lectura: es una oración de plena confianza en un Dios que es Padre omnipotente y bueno, pero que no puede ser plegado de una manera mágica a nuestros fines (vv. 7s); y es impetración de misericordia que nos remite a los otros, para emprender un camino de reconciliación y de fraternidad (vv. 14s). Su originalidad no está en las peticiones particulares, que ya se encuentran de una manera semejante en la liturgia sinagogal, sino en la relacion filial con Dios, que aparece en la oración de Jesús y en toda su vida, algo que Él comunica a sus discípulos. 

Por otra parte, Jesús dispone las invocaciones en un orden que confiere un nuevo sello a la oración: las tres primeras están orientadas al cumplimiento escatológico del designio del Padre, y las otras cuatro tienen que ver con el hombre y con sus necesidades actuales. Eternidad y tiempo, gloria de Dios y vida del hombre constituyen el horizonte de la existencia cristiana y el objeto de la oración que florece en lo secreto de un corazón puro.

Un comentario breve, al Padre nuestro: https://seguiracristohoy.blogspot.com/2020/09/comentario-al-padre-nuestro-de-san.html?m=1


4. Conversa con el Señor

Dios te bendiga.

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