Ferias mayores de adviento, Ero Cras
Ferias mayores de Adviento
ERO CRAS — “Mañana vendré”
En los últimos días del Adviento, la Iglesia entra en una espera más densa, más concentrada y más silenciosa. La liturgia misma parece desacelerar su ritmo para enseñarnos algo esencial: esperar no es simplemente aguardar un acontecimiento, sino disponerse interiormente para un encuentro.
Del 17 al 23 de diciembre, la oración de la Iglesia adquiere una forma particular. Cada tarde, en el rezo de las Vísperas, antes del canto del Magnificat, resuenan unas invocaciones antiguas, breves y profundamente bíblicas: las Antífonas Mayores del Adviento, conocidas también como Antífonas de la “O”, por la exclamación con la que comienzan.
Ese “Oh” no es un recurso poético ni una fórmula piadosa. Es el clamor del deseo, la súplica de un pueblo que espera desde hace siglos. Es la voz de Israel que implora la venida del Mesías, y es también la voz de la Iglesia que, al final del Adviento, hace suya la última oración de la Escritura:
«Ven, Señor Jesús» (Ap 22,20).
Una oración que nace de la Escritura y culmina en Cristo
Cada una de las Antífonas de la O invoca al Mesías con un título tomado del Antiguo Testamento: Sabiduría, Señor, Raíz, Llave, Sol naciente, Rey, Emmanuel. Estos nombres no son metáforas aisladas, sino concentrados de la esperanza bíblica.
Los profetas, los salmos y los libros sapienciales fueron dando forma, lentamente, al rostro del que había de venir. La Iglesia, a la luz de Cristo resucitado, reconoce que todas esas promesas encuentran en Jesús su cumplimiento definitivo.
Por eso, al rezar estas antífonas, la Iglesia no hace arqueología bíblica: confiesa su fe. Proclama que el que viene es aquel de quien hablaban las Escrituras, como Él mismo explicó a los discípulos:
«Todo lo escrito sobre mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos tenía que cumplirse» (Lc 24,44).
Una joya de la tradición litúrgica
Desde el punto de vista histórico, las Antífonas de la O están firmemente atestiguadas en la liturgia romana desde al menos los siglos VII–VIII, aunque su gestación es probablemente anterior. Han sido transmitidas fielmente como una de las expresiones más densas y teológicamente ricas del Adviento.
No pertenecen al ámbito de la devoción privada, sino al núcleo mismo de la oración litúrgica de la Iglesia. Se cantan antes del Magnificat porque María es el lugar donde la espera alcanza su plenitud: en ella, la promesa se hace carne; en ella, el deseo se convierte en acogida.
Rezar estas antífonas es entrar en una oración que no es solo personal, sino eclesial, católica, compartida por generaciones enteras de creyentes.
Las Antífonas de la O en la Misa
La coherencia de la liturgia hace que estos mismos títulos mesiánicos aparezcan también en la celebración de la Eucaristía. Durante los días del 17 al 23 de diciembre, la antífona del Aleluya antes del Evangelio retoma cada día el mismo nombre con el que Cristo ha sido invocado en las Vísperas.
Justo antes de proclamar el Evangelio, la Iglesia confiesa quién es Aquel que va a hablar. No escuchamos simplemente una enseñanza: escuchamos a la Sabiduría eterna, al Señor liberador, a la Luz que vence las tinieblas, a Dios con nosotros.
Así, la espera se unifica:
- en las Vísperas, la Iglesia suplicando;
- en la Misa, la Iglesia escuchando;
- en la Eucaristía, la Iglesia acogiendo.
ERO CRAS: una lectura espiritual nacida de la liturgia
La tradición espiritual de la Iglesia ha descubierto en estas antífonas un detalle lleno de belleza. Si se toman las iniciales de los títulos mesiánicos —leídas en orden inverso— aparece la expresión:
ERO CRAS — “Mañana vendré”
Este acróstico no procede directamente de los Padres de la Iglesia, ni pertenece al núcleo bíblico de la fe. Surge más bien de la lectura contemplativa que la tradición litúrgica medieval hizo de las Antífonas de la O, cuando estas ya estaban plenamente fijadas en la liturgia romana.
Sin embargo, su contenido es profundamente patrístico. Los Padres de la Iglesia, aunque no mencionen explícitamente ERO CRAS, insisten una y otra vez en esta dinámica espiritual: la Iglesia clama “Ven”, y Cristo responde viniendo. Hablan también de la doble venida de Cristo —en la carne y en la gloria— y de la pedagogía divina que educa el deseo a través de la espera.
El ERO CRAS no añade una doctrina nueva, sino que condensa en forma simbólica lo que la Iglesia cree, ora y espera.
Un itinerario mistagógico
Las Antífonas de la O no explican el misterio de Cristo con conceptos, sino que lo despliegan progresivamente, como un camino de entrada en el misterio.
Cada día, la Iglesia contempla un rostro del Mesías:
- Sapientia - Sabiduría eterna que da sentido a todo.
- Adonai - Señor que libera a su pueblo.
- Radix - Raíz fiel que sostiene la promesa.
- Clavis - Llave que abre el Reino.
- Oriens - Oriente, Sol o luz propia que vence la noche.
- Rex - Rey que reúne a las naciones.
- Emmanuel - Dios que habita entre nosotros.
No son títulos yuxtapuestos, sino un itinerario litúrgico y espiritual que conduce desde el origen eterno del Verbo hasta su presencia concreta en nuestra historia.
Esta es la pedagogía de la liturgia: no explica el misterio, introduce en él.
Una espera que también es hoy
El Adviento no es solo memoria del pasado. Cristo viene:
- en la celebración de la Navidad,
- en cada Eucaristía,
- en su Palabra proclamada,
- en los pobres y en los pequeños,
- y vendrá definitivamente al final de los tiempos.
Por eso, estas antífonas no nos preparan solo para una fecha, sino para una actitud del corazón: vivir vigilantes, disponibles, abiertos a reconocer al Señor que viene, muchas veces de manera discreta y silenciosa.
Cómo vivir este itinerario
Las meditaciones que siguen quieren ayudar a habitar las Antífonas de la O:
- escuchando la antífona como Palabra orante,
- dejándonos introducir en el misterio que celebra la Iglesia,
- acogiendo la Palabra de Dios,
- confrontando la vida con una pregunta interior,
- y respondiendo con una oración sencilla.
Que al recorrer este camino, también nosotros podamos escuchar, en lo profundo del corazón, la promesa del Señor:
ERO CRAS — Mañana vendré.
Antifonas
17 de diciembre - Oh Sabiduria (Sapientia)
18 de diciembre - Oh Adonai (Adonai)
19 de diciembre - Oh Raíz de Jesé (Radix)
20 de diciembre - Oh Llave de David (Clavis)
21 de diciembre - Oh Sol que nace de lo alto (Oriens)
22 de diciembre - Oh Rey de las naciones. (Rex)
23 de diciembre - Oh Emmanuel (Emmanuel)

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