7 Orar Adviento - Oración colecta del 23 de diciembre

 Dios todopoderoso y eterno, al ver que se acerca el nacimiento de tu Hijo según la carne, te pedimos que nosotros, indignos siervos tuyos, recibamos la misericordia del Verbo, Jesucristo, Señor nuestro, que se ha dignado encarnarse en la Virgen María y habitar entre nosotros.

Hoy, en la feria mayor del Adviento, nos encontramos a solo dos días de celebrar el nacimiento de nuestro Salvador. La oración colecta de hoy nos invita a reflexionar sobre la misericordia que recibimos a través de la Encarnación de Jesús, y cómo debemos acercarnos a Él con un corazón humilde y dispuesto a acoger Su gracia. Vamos a desglosar esta oración para vivirla más plenamente en nuestras oraciones.

1. "Dios todopoderoso y eterno, al ver que se acerca el nacimiento de tu Hijo según la carne"

En este primer momento de la oración, reconocemos la grandeza de Dios, que es todopoderoso y eterno. Él, siendo tan grande y trascendente, se hace cercano a nosotros en el nacimiento de Su Hijo. El nacimiento de Jesús se acerca, y es un momento clave en la historia de la salvación: el Verbo eterno de Dios se hace carne, asume nuestra humanidad, para vivir entre nosotros y darnos la salvación. Este es el misterio del Dios que se acerca, un Dios que no permanece distante ni lejano, sino que viene a habitar entre nosotros en la humildad de un niño.

¿Cómo vives tú la cercanía de Dios en este Adviento? Hoy, reflexionamos sobre la encarnación de Dios. ¿Estamos preparados para recibir a Dios que se acerca a nuestras vidas, o estamos demasiado distraídos por las preocupaciones cotidianas? Este Adviento es una oportunidad para abrir nuestro corazón a esa cercanía de Dios.

2. Te pedimos que nosotros, indignos siervos tuyos, recibamos la misericordia del Verbo, Jesucristo, Señor nuestro


Pedimos la misericordia de Dios, reconociendo que somos indignos de tan gran favor. Esta parte de la oración nos invita a una profunda humildad. No venimos ante Dios con arrogancia, sino con un reconocimiento sincero de nuestra debilidad y necesidad. Sabemos que sin la misericordia de Dios, no podríamos ser dignos de recibir el don de la salvación. Jesús, al encarnarse, nos trae la misericordia de Dios, la cual se nos ofrece no por nuestros méritos, sino por Su amor gratuito.

¿Cómo te acercas tú a la misericordia de Dios? Hoy, se nos invita a reconocer nuestra indignidad y a abrirnos a la misericordia divina. ¿Estamos dispuestos a aceptar la misericordia de Dios tal como es, o seguimos pensando que debemos ganarnos su favor? Este es un tiempo para recibir la gracia de la salvación sin reservas, sabiendo que solo en Jesucristo encontramos la verdadera misericordia.

3. Que se ha dignado encarnarse en la Virgen María y habitar entre nosotros


En esta parte de la oración, nos maravillamos de la dignidad con que Dios se hace presente en el mundo. El Hijo de Dios, el Verbo eterno, se digna encarnarse en la Virgen María y habitar entre nosotros. Este acto de humildad es el corazón del Adviento: el Dios eterno no viene como un rey triunfante, sino como un niño en la pobreza de un pesebre. Esta es la grandeza del misterio: que el Ser más grande se hace pequeño para compartir nuestra vida y redimirnos.

¿Cómo vives tú este misterio? Hoy, al acercarnos al nacimiento de Jesús, se nos invita a admirar la humildad de Dios que se hace uno de nosotros. Reflexiona sobre cómo puedes responder a este amor de Dios, adorando con humildad al Niño Jesús y viviendo con gratitud por Su presencia en tu vida.

Reflexión para la oración personal:

Hoy, al rezar esta oración, te invito a orar en los siguientes puntos:

  1. Recibe la cercanía de Dios con un corazón abierto. Dios se acerca a ti en este Adviento, no con grandeza de poder, sino con la humildad de un niño. ¿Estás dispuesto a recibir a Jesús con ese corazón abierto y receptivo?

  2. Reconoce tu necesidad de la misericordia divina. No somos dignos por nuestros propios méritos, pero Dios nos da la misericordia como un regalo. ¿Cómo estás dispuesto a recibir esa misericordia? Hoy, haz un acto de humildad ante Dios, reconociendo tu necesidad de Su perdón y gracia.

  3. Maravíllate de la dignidad de Dios al encarnarse en la Virgen María. El misterio de la Encarnación es un regalo tan grande que no podemos comprender completamente. Reflexiona sobre la humildad de Dios, que elige entrar en el mundo de esta manera. ¿Cómo responderás tú a este gran amor?

Hoy, al meditar sobre esta oración, recordemos que el nacimiento de Jesús está cerca y, con Él, la oportunidad de recibir la misericordia de Dios. Que este Adviento sea un tiempo para acercarnos a Dios con humildad, reconociendo nuestra necesidad de Su gracia y celebrando el gran misterio de Su Encarnación. Amén.

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