3 Orar con la liturgia de Adviento - Oración colecta del 19 de diciembre

Oh, Dios, que has querido revelar al mundo el resplandor de tu gloria por el parto de la Virgen santa, concédenos proclamar con fe íntegra y celebrar con piedad sincera el gran misterio de la Encarnación.

La oración colecta de hoy nos invita a reflexionar sobre el gran misterio de la Encarnación: Dios se hizo hombre, revelando Su gloria al mundo a través del parto de la Virgen Santa. Es una invitación a profundizar nuestra fe en este misterio y a vivirlo con un corazón lleno de piedad y adoración.

1. Oh, Dios, que has querido revelar al mundo el resplandor de tu gloria por el parto de la Virgen santa"

Comenzamos con una alabanza a Dios que, en Su infinita sabiduría y amor, decidió revelar al mundo Su gloria de la manera más inesperada: por medio del parto de la Virgen María. En el nacimiento de Jesús, Dios revela su resplandor, no en un espectáculo de poder y grandeza, sino en la humildad de un bebé nacido en un pesebre. Este es el misterio central de la Navidad: el Dios invisible se hace visible en la fragilidad humana.

 ¿Cómo veo yo la gloria de Dios en la vida cotidiana?Hoy se nos invita a reconocer que la gloria de Dios no siempre aparece en grandes maravillas externas, sino que, en muchos casos, se esconde en lo pequeño, lo humilde y lo sencillo. Este Adviento nos invita a mirar más allá de lo externo y encontrar a Dios presente en lo más cercano a nosotros, en lo cotidiano.

2. Concédenos proclamar con fe íntegra

Esta parte de la oración nos llama a proclamar este misterio de la Encarnación con una fe íntegra, es decir, con una fe completa y sin divisiones. La fe íntegra no es solo un acto intelectual, sino una disposición del corazón que se traduce en palabras y acciones. Proclamar significa dar testimonio de lo que hemos recibido, especialmente del misterio de la Encarnación: que Dios se hizo hombre por amor a nosotros.

¿Cómo proclamo yo mi fe en Cristo? Hoy, reflexionamos sobre nuestra actitud de testimonio: ¿Estamos viviendo nuestra fe con un corazón íntegro? ¿Compartimos la alegría del Evangelio con los demás, proclamando con nuestras palabras y obras el misterio de la Encarnación? El Adviento nos invita a una fe sincera y completa, una fe que se manifiesta en nuestra vida diaria.

3. Y celebrar con piedad sincera el gran misterio de la Encarnación"

 Finalmente, pedimos a Dios la gracia de celebrar este misterio con piedad sincera. La piedad es la disposición del corazón que nos lleva a adorar a Dios con reverencia y amor. Este es un llamado a celebrar la venida de Cristo no solo con rituales externos, sino con un corazón sincero y lleno de gratitud. La Encarnación es el gran misterio de Dios que se ha hecho cercano, y la celebración de este misterio debe ser siempre un acto de adoración auténtica.

¿Cómo celebro yo el misterio de la Encarnación? Hoy, al mirar la cercanía de la Navidad, reflexionemos sobre la manera en que celebramos este misterio: ¿Es nuestra celebración exterior acompañada de una verdadera adoración interna? ¿Estamos dispuestos a entrar en este misterio con el corazón abierto, reconociendo el gran amor de Dios que se hace carne por nuestra salvación?

Reflexión para la oración personal:

Hoy, al rezar esta oración, te invito a reflexionar en los siguientes puntos:

1. Reconoce la gloria de Dios en lo pequeño. El parto de la Virgen Santa revela la gloria de Dios en lo más humilde y sencillo. ¿Cómo experimentas tú la gloria de Dios en tu vida cotidiana? ¿Estás atento a los pequeños signos de Su presencia en tu vida?

2. Proclama tu fe con integridad. Ser testigos de la Encarnación implica proclamar con nuestra vida que Dios se hizo hombre por amor a nosotros.  ¿Estás dispuesto a compartir con los demás el misterio de la Encarnación? Reflexiona sobre cómo puedes dar testimonio de tu fe de una manera auténtica, sencilla y clara.

3. Celebra con un corazón lleno de piedad. La verdadera celebración de la Navidad va más allá de los festejos externos. ¿Cómo puedes celebrar la venida de Cristo con una piedad sincera? Hoy es un buen día para revisar nuestras intenciones y asegurarnos de que nuestra celebración interior está alineada con el respeto y amor que merece este gran misterio.

Hoy, al meditar sobre esta oración, recordemos que la Encarnación es el misterio central de nuestra fe. Dios, en Su gran amor, se hizo uno de nosotros para salvarnos. Que este Adviento nos ayude a proclamar con alegría este misterio y a celebrarlo con un corazón sincero, lleno de fe y gratitud.

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