6 Orar con la liturgia de Adviento - la oración colecta 22 de diciembre
Oh, Dios, que, al ver al hombre caído en la muerte, quisiste redimirlo con la venida de tu Unigénito, concede a quienes profesan humildemente la fe en su encarnación participar también en los bienes del Redentor.
La oración colecta de hoy nos lleva a meditar sobre el misterio de la Redención que se realiza en la Encarnación del Hijo de Dios. Al ver a la humanidad caída en la muerte, Dios decide redimirla enviando a Su Unigénito para que, mediante Su vida, muerte y resurrección, nos dé acceso a la salvación. Este acto de amor tan inmenso es para todos aquellos que profesan humildemente la fe en su Encarnación. Vamos a desglosar esta oración para entenderla mejor y orar con ella."
1. Oh, Dios, que, al ver al hombre caído en la muerte, quisiste redimirlo con la venida de tu Unigénito"
Aquí, reconocemos el estado de caída de la humanidad, que está sujeta a la muerte debido al pecado. Desde el momento en que el hombre desobedeció a Dios en el jardín del Edén, la humanidad quedó separada de Él, condenada a la muerte y a la oscuridad espiritual. Pero Dios, al ver esta condición, decide redimir al hombre enviando a Su Unigénito al mundo. La Encarnación de Jesús no es solo un evento histórico, sino el momento decisivo de la salvación. Dios no se aleja de la humanidad caída, sino que se acerca a ella de la manera más cercana posible: asumiendo nuestra carne, compartiendo nuestra condición humana.
¿Cómo reflexionas sobre la humanidad caída y la necesidad de la redención? Esta parte de la oración nos invita a recordar que sin Jesús, estaríamos perdidos. Reflexionemos hoy sobre nuestra condición de seres humanos limitados y necesitados de la salvación. ¿Somos conscientes de que necesitamos la redención de Cristo para superar la muerte y el pecado?
2. Concede a quienes profesan humildemente la fe en su Encarnación.
Aquí pedimos a Dios la gracia de profesar humildemente la fe en la Encarnación de Su Hijo. Profesar humildemente no solo significa creer, sino también reconocer la necesidad de esa salvación. La humildad de fe es clave. No basta con decir que creemos; la verdadera fe implica aceptar la humildad de la Encarnación, que es la humildad de un Dios que se hace hombre para salvarnos. Para recibir esta salvación, necesitamos una fe humilde, dispuesta a recibir la gracia de Dios sin pretensiones, sin orgullo, reconociendo que todo es don de Él.
¿Qué significa para ti profesar la fe en la Encarnación con humildad? Hoy, reflexionemos sobre el modo en que vivimos nuestra fe. ¿Es una fe humilde, que se reconoce necesitada de la misericordia de Dios? ¿O tal vez estamos demasiado confiados en nuestras propias fuerzas? El Adviento es un tiempo propicio para revisar nuestra actitud ante Dios y abrirnos a Su gracia con humildad.
3. Participar también en los bienes del Redentor
Al final, la oración nos pide la gracia de participar en los bienes del Redentor. El gran bien que Jesús nos trae no solo es la salvación en el sentido de la liberación del pecado y la muerte, sino también todo lo que Él ha ganado para nosotros: la paz, la gracia, la vida eterna. Al aceptar la redención, estamos llamados a participar activamente de estos bienes en nuestra vida diaria, compartiendo la gracia de Dios con los demás y viviendo de acuerdo con Su voluntad.
¿Qué significa para ti participar en los bienes del Redentor? La salvación no es solo algo que recibimos en el futuro, sino que tiene un impacto concreto en nuestra vida diaria. Hoy podemos preguntarnos: ¿Cómo participo yo en los bienes que Cristo me ofrece? ¿Estoy viviendo con una paz que solo Él puede darme? ¿Estoy compartiendo el amor y la misericordia que Él me ha dado con los demás?
Reflexión para la oración personal:
Te invito a meditar sobre lo siguiente:
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Reconoce tu necesidad de la redención. El hombre, por el pecado, quedó sometido a la muerte, y solo en Cristo encontramos la verdadera vida. ¿Estás consciente de la necesidad que tienes de la redención que Jesús nos ofrece? Tómate un momento para meditar sobre tu propia vida y la gracia de la salvación que Dios ha querido regalarte.
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Profesa tu fe con humildad. La fe no solo es un acto intelectual, sino una actitud de humildad. ¿Cómo estás viviendo tu fe en la Encarnación? Reflexiona sobre cómo puedes vivirla más profundamente, reconociendo tu necesidad de la salvación y abriéndote a la gracia de Dios.
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Participa activamente en los bienes del Redentor. La redención de Cristo no solo es para el futuro, sino que ya tiene frutos en tu vida diaria. ¿Cómo participas tú hoy en los bienes del Redentor? Tal vez puedes preguntar: ¿Cómo puedo ser más generoso en mi vida cristiana, más lleno de paz, más misericordioso, más dispuesto a seguir la voluntad de Dios en mi vida cotidiana?
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