61 - Parábola de los talentos (Mt 25,14-30)

 DÍA 61


1. Invoca al Espíritu Santo


2. La Palabra de Dios

Parábola de los talentos (Mt 25,14-30)

14 «Es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: 15 a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.

16 El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco.

17 El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.

18 En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

19 Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.

20 Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.

21 Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.

22 Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”.

23 Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.

24 Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, 25 tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.

26 El señor le respondió: “Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? 27 Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. 28 Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez.

29 Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.

30 Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».


3. La Palabra ilumina

La parábola de los talentos, situada en el marco del discurso escatológico, nos invita a tomar conciencia de la grandeza de la llamada a la vida cristiana y de la responsabilidad que esa llamada comporta. En efecto, con frecuencia no nos damos cuenta de que el Padre nos ha confiado un tesoro inestimable, y dejamos inactivo y sin que dé fruto el talento destinado a adquirir la vida eterna para nosotros y para muchos hermanos.

Detrás de la imagen del talento, que equivaldría a una suma millonaria, se oculta la suma de los dones de gracia que nos ha otorgado el Señor. No se trata, por tanto, de dones particulares de la naturaleza, como el talento artístico o musical, sino más bien de bienes poco llamativos, aunque de capital importancia: la fe, la esperanza y la caridad (virtudes teologales conferidas en el bautismo), la posibilidad de escuchar la Palabra de Dios y de conocer al Señor Jesús, la vida sacramental, el don de la oración, de la comunidad eclesial…

Toda Palabra de Dios que escuchamos es parte de este ingente patrimonio. Tal vez éramos millonarios sin saberlo y por eso el Señor ha venido hoy a avisarnos con claridad: «Lleva cuidado, porque tendrás que dar cuenta de todo esto, pues te lo he confiado para el bien de tus hermanos: con ese tesoro debes construir el Reino de Dios para los otros». Jesús nos ha enseñado muchas cosas. Nos ha hablado como nadie lo ha hecho, indicándonos el camino de la vida. Nos ha dado su mismo Espíritu, a fin de que podamos vivir según la voluntad del Padre. Él murió para romper las cadenas que nos ataban al pecado y resucitó para estar con nosotros hasta el final de los tiempos.

 ¿Queremos frustrar su obra? Él nos ha dicho: «Perdonad y seréis perdonados» (cf. Mc 11,25). Este es, por ejemplo, uno de los talentos que se nos ha confiado. Podemos sepultarlo o invertirlo: no nos faltarán las ocasiones concretas. Si optamos por hacerlo fructificar, el talento se multiplicará, porque el hermano al que hayamos perdonado podrá entrar también en la nueva lógica del amor más fuerte que la venganza y que el resentimiento. Si queremos invertir los tesoros con los que Dios nos colma cada día, estaremos entre aquellos pobres que hacen ricos a muchos (cf. 2 Cor 6,10). Esta fidelidad a la Palabra de Jesús en lo poco de los asuntos cotidianos nos adquiere el mucho de la vida eterna.


4. Dialoga con el Señor

¿Estoy colaborando para que esos talentos, esos dones que Dios me ha dado den fruto? ¿O me quedo cómodo?


Dios te bendiga.

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