58 - La venida del Hijo del Hombre (Mt 24, 1-36)

 DÍA 58


1. Invoca el Espíritu Santo


2. La Palabra de Dios

La venida del Hijo del Hombre (Mt 24, 1-36)

1 Cuando salió Jesús del templo y caminaba, se le acercaron sus discípulos, que le señalaron las edificaciones del templo, 2 y él les dijo: «¿Veis todo esto? En verdad os digo que será destruido sin que quede allí piedra sobre piedra».

3 Estaba sentado en el monte de los Olivos y se le acercaron los discípulos en privado y le dijeron: «¿Cuándo sucederán estas cosas y cuál será el signo de tu venida y del fin de los tiempos?».

4 Jesús les respondió y dijo: «Estad atentos a que nadie os engañe, 5 porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a muchos.

6 Vais a oír hablar de guerras y noticias de guerra. Cuidado, no os alarméis, porque todo esto ha de suceder, pero todavía no es el final. 7 Se levantará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá hambre, epidemias y terremotos en diversos lugares; 8 todo esto será el comienzo de los dolores.

9 Os entregarán al suplicio y os matarán, y por mi causa os odiarán todos los pueblos.

10 Entonces muchos se escandalizarán y se traicionarán mutuamente, y se odiarán unos a otros. 

11 Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente, 12 y, al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría;

13 pero el que persevere hasta el final se salvará.

14 Y se anunciará el evangelio del reino en todo el mundo como testimonio para todas las gentes, y entonces vendrá el fin.

15 Cuando veáis la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el lugar santo (el que lee que entienda), 16 entonces los que vivan en Judea huyan a los montes, 17 el que esté en la azotea no baje a recoger nada en casa

18 y el que esté en el campo no vuelva a recoger el manto.

19 ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días!

20 Orad para que la huida no suceda en invierno o en sábado. 21 Porque habrá una gran tribulación como jamás ha sucedido desde el principio del mundo hasta hoy, ni la volverá a haber. 22 Y si no se acortan aquellos días, nadie podrá salvarse. Pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días.

23 Y si alguno entonces os dice: “El Mesías está aquí o allí”, no le creáis, 24 porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán signos y portentos para engañar, si fuera posible, incluso a los elegidos.

25 Os he prevenido. 26 Si os dicen: “Está en el desierto”, no salgáis; “En los aposentos”, no les creáis.

27 Pues como el relámpago aparece en el oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre.  28 Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres.

29 Inmediatamente después de la angustia de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna perderá su resplandor, las estrellas caerán del cielo y los astros se tambalearán.

30 Entonces aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre. Todas las razas del mundo harán duelo y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria.

31 Enviará a sus ángeles con un gran toque de trompeta y reunirán a sus elegidos de los cuatro vientos, de un extremo al otro del cielo.

32 Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; 33 pues cuando veáis todas estas cosas, sabed que él está cerca, a la puerta.

34 En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. 

35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

36 En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles de los cielos ni el Hijo, sino solo el Padre.


3. La Palabra ilumina

La historia en la que vivimos registra calamidades descomunales. El incremento del poder destructivo del hombre se ha sometido a su voluntad de mal, o bien al deseo de supremacía impulsado hasta la eliminación de los adversarios, incluso de pueblos enteros. Indudablemente, los cristianos se han preguntado en otras ocasiones si no estarían viviendo los últimos tiempos. 

El evangelio nos indica, es cierto, los signos del final, pero, sobre todo, nos asegura de que todo lo que quiere o permite el Padre tiene un fin salvífico: el día del Señor predicho por los profetas comenzó ya en el Gólgota; el rescate de la humanidad y del cosmos ha empezado ahora en el jardín de la resurrección. En consecuencia, no debe encontrarnos desprevenidos el largo y doloroso trabajo que lleva al nacimiento de un mundo nuevo. Sin embargo, Jesús, sabiendo que la última hora está acechada sobremanera por el desencadenamiento de las fuerzas del mal, avisa de manera previa e insistente a los discípulos.

El verdadero enemigo del hombre, el maligno, recurrirá a todo para sofocar o desorientar su fe y frustrar su caridad; solo una tenaz perseverancia y una vigilancia constante y sagaz les permitirá sostener la lucha para ser encontrados fieles en el día de la venida de Jesús. 

Este discurso toca de cerca a nuestro acontecer cotidiano: perseverar hasta el fin significa convertir la Palabra de Jesús, y solo ella, en la regla de nuestra vida a toda costa; si verdaderamente lo queremos, enseguida nos daremos cuenta de lo que nos va a costar. 

Vigilar significa acoger el juicio de la cruz sobre los acontecimientos, sobre nuestras jornadas, sobre la cultura de la que respiramos una mentalidad opuesta al Evangelio. Sin embargo, allí donde haya un hombre que acoja en su vida el juicio de la cruz de Cristo, allí habrá una humanidad nueva que está naciendo. En la hora decisiva esto será evidente a los ojos de todos, pero el Señor nos pide a nosotros que prepararemos ya desde ahora, con una fe activa, la vida del mundo que vendrá.


4. Dialoga con el Señor

¿Lucho por hacer vida la Palabra de Dios? ¿Estoy en actitud vigilante? ¿Pido la gracia al Señor y me dejó ayudar por los medios que Dios pone para estar vigilante?


Dios te bendiga.

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