Espíritu Santo, ¡Ven!: Día primero


Día primero

Oración inicial para todos los días

Ante tu presencia postrado, 
¡Soberano Espíritu de paz, de reconciliación y de todo consuelo!, 
humildemente te pido perdón de mis pecados, 
y la gracia de un verdadero arrepentimiento. 

Dones especiales de tu misericordia son la luz para bien conocer y discernir; 
la llama del alma para detestarlas; 
el firme propósito actual para nunca más volver a cometerlas; 
la fortaleza y perseverancia para el cumplimiento de tal resolución hasta el fin de la vida.

Concédeme, Espíritu divino, 
también el fervor y devoción para vivir dando gloria a Dios 
para mi bien y el bien de la Iglesia. Amén.

Texto

1. Nosotros los cristianos, profesamos la fe en el Espíritu Santo, quien es el dador de vida y que habló por los profetas. Nuestra fe se basa en el Símbolo de la Fe, formulado en los Concilios de Nicea y Constantinopla. Según el Evangelio de Juan, el Espíritu Santo es dado a los creyentes como una nueva vida:« " Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que cree en mí ", como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él» (Jn 7, 37.39) . La Iglesia proclama esta fe desde sus inicios, ya que el Espíritu Santo es la fuente de vida eterna.

2. A lo largo del último siglo, la Iglesia ha reafirmado y profundizado su doctrina sobre el Espíritu Santo. Desde las encíclicas de León XIII y Pío XII, hasta el Concilio Vaticano II, se ha reconocido la necesidad de una mayor comprensión del Espíritu Santo. La Iglesia se acerca al Espíritu Santo con la ayuda de las Iglesias orientales, que han conservado la rica enseñanza de los Padres sobre este tema. Estamos de nuevo llamados, por la fe siempre antigua y siempre nueva de la Iglesia, a acercarnos al Espíritu Santo que es dador de vida. De este modo la Iglesia responde también a ciertos deseos profundos, que trata de vislumbrar en el corazón de los hombres de hoy: un nuevo descubrimiento de Dios en su realidad trascendente de Espíritu infinito, como lo presenta Jesús a la Samaritana; la necesidad de adorarlo « en espíritu y verdad» (Jn 4,24)

3. Jesús anunció a los apóstoles la venida del Espíritu Santo como otro Paráclito y Parákletos (Jn 14,16) es decir, como consolador e intercesor. El Espíritu Santo sería enviado por el Padre en nombre de Jesús y enseñaría y recordaría todo lo que Él había dicho. El Espíritu Santo es el maestro de la Iglesia y garantiza la fidelidad a la Buena Nueva de salvación.

4. «Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo he dicho » (Jn 14,26) las palabras «enseñará» y «recordará» significan que el Espíritu, a su segue inspirando la predicación del Evangelio y que ayuda a comprender el justo significado del contenido del mensaje de Cristo, asegurando su continuidad e identidad de comprensión en medio de las condiciones y circunstancias. Los apóstoles, que fueron testigos directos de Cristo, darían testimonio junto con el Espíritu Santo. El testimonio humano de los apóstoles se uniría al testimonio divino del Espíritu de la verdad, asegurando la transmisión fiel del mensaje de Cristo.

5. Jesús les dijo a los apóstoles que el Espíritu Santo los guiaría hacia la verdad completa. Aunque en ese momento no podían entenderlo todo, el Espíritu de la verdad los guiaría y hablará lo que oyera, anunciándoles lo que vendría. Esta guía hacia la verdad completa se relaciona con el sufrimiento y muerte de Jesús en la cruz, así como con todo lo que Él hizo y enseñó.

6. El Espíritu Santo es la guía suprema del hombre y la luz del espíritu humano. Su acción en el hombre conduce a la fe y nos introduce en el misterio revelado de Cristo. La fe es fruto de la obra del Espíritu Santo y permite al hombre alcanzar la verdad completa. Cumpliendose las palabras de Jesús: « Mucho podría deciros aún, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir » (Jn 16,12)

7. La gloria de Cristo resplandece en el Espíritu Santo-Paráclito, pues el enseñara, recordará, dará testimonio como nos dice Jesús en el evangelio de Juan. El Espíritu Santo es adorado y glorificado junto con el Padre y el Hijo. Es el autor principal de la santificación en los creyentes y otorga dones espirituales para el servicio en la Iglesia. Su presencia fortalece, consuela, ilumina, guía y santifica a la comunidad eclesial en su misión de llevar el Evangelio al mundo.

Oración

Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.

Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

(Secuencia antes del Evangelio en la Solemnidad de Pentecostés)

Invocaciones

Espíritu Santo imprime en nosotros el horror al pecado, te rogamos óyenos.
Espíritu Santo ven a renovar la faz de la tierra…
Espíritu Santo derrama tus luces en nuestra inteligencia…
Espíritu Santo graba tu ley en nuestros corazones...
Espíritu Santo abrásanos en el fuego de tu amor…
Espíritu Santo ábrenos el tesoro de tus gracias…
Espíritu Santo enséñanos a orar como se debe…
Espíritu Santo ilumínanos con tus inspiraciones celestiales…
Espíritu Santo concédenos la única ciencia necesaria…
Espíritu Santo inspíranos la práctica de las virtudes…
Espíritu Santo haz que perseveremos en tu justicia…
Espíritu Santo sé tú mismo nuestra recompensa…

Oración conclusiva

¡Espíritu divino! Por los méritos de Jesucristo, te suplicamos vengas a nuestros corazones y nos comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminados y confortados por ellos, vivamos según tu voluntad, y muriendo entregados a tu amor, merezcamos cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta Pierbattista Card. Pizzaballa

El árbol de navidad un signo cristiano

El misterio del Belén