Espíritu Santo, ¡Ven!: Día cuarto

 

Día cuarto



Oración inicial para todos los días

Ante tu presencia postrado, 
¡Soberano Espíritu de paz, de reconciliación y de todo consuelo!, 
humildemente te pido perdón de mis pecados, 
y la gracia de un verdadero arrepentimiento. 

Dones especiales de tu misericordia son la luz para bien conocer y discernir; 
la llama del alma para detestarlas; 
el firme propósito actual para nunca más volver a cometerlas; 
la fortaleza y perseverancia para el cumplimiento de tal resolución hasta el fin de la vida.

Concédeme, Espíritu divino, 
también el fervor y devoción para vivir dando gloria a Dios 
para mi bien y el bien de la Iglesia. Amén.

Texto

22. En el texto, Lucas nos acerca a la verdad contenida en el discurso del Cenáculo, donde Jesús se manifiesta como el portador y dador del Espíritu Santo. En el Antiguo Testamento, el Espíritu de Dios se revela como un soplo divino y un don para el Mesías. En el Evangelio de Lucas, esta revelación se enriquece, presentando al Espíritu Santo como la fuente íntima de la vida y la acción mesiánica de Jesucristo. En Lucas 4,18, Jesús proclama: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos".

23. Los acontecimientos pascuales, como la pasión, muerte y resurrección de Cristo, marcan el momento en que se revela de manera definitiva el Espíritu Santo como Persona y don. El don del Hijo en la cruz expresa la esencia más profunda de Dios como amor, y a través del misterio pascual, el Espíritu Santo es dado a los apóstoles, a la Iglesia y a toda la humanidad. En Juan 19,30, Jesús declara en la cruz: "Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: '¡Todo está cumplido!'". Y posteriormente, en Juan 20,22, después de su resurrección, Jesús sopla sobre los discípulos y les dice: "Recibid el Espíritu Santo".

24. En el día de la Resurrección, Jesús se presenta a los discípulos, mostrando las heridas de su crucifixión y soplando sobre ellos, entregándoles el Espíritu Santo. Esta acción establece una relación profunda entre el envío del Hijo y el del Espíritu Santo, y se cumple la promesa de que el Espíritu Santo guiará a los discípulos hacia la verdad completa. Según Juan 20,19-23, "Entonces, al anochecer de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: 'Paz a vosotros'. Y habiendo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se alegraron al ver al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: 'Paz a vosotros. Como el Padre me envió, así también yo os envío'. Y habiendo dicho esto, sopló sobre ellos, y les dijo: 'Recibid el Espíritu Santo'".

25. El día de Pentecostés, el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos, inaugurando así la era de la Iglesia. La Iglesia se manifiesta públicamente ante la multitud, y los apóstoles dan testimonio de Cristo por el poder del Espíritu Santo. El nacimiento de la Iglesia está ligado a la venida del Espíritu Santo, y este don se transmite en la ordenación episcopal y en el sacramento de la Confirmación. Hechos 2,1-4 relata este acontecimiento: "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados. Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen".

26. El Espíritu Santo habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo. Guía a la Iglesia a toda la verdad, la unifica en comunión y misterio, la provee y gobierna con diversos dones y la renueva constantemente con la fuerza del Evangelio. El Espíritu Santo conduce a la Iglesia hacia la unión consumada con su Esposo. En 1 Corintios 3,16, San Pablo escribe: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?". Además, en Efesios 4,4, se nos recuerda: "Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación". Y en 1 Corintios 12,4-11, se habla de los dones del Espíritu Santo: "Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere".

(Juan Pablo II, Dominum et vivificantem 22-26)

Oración

¡Oh Espíritu Santo!, 
llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. 
Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, 
tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas.
Que sepa, con el don del Entendimiento, 
ver con fe viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana.
Que, con el don del Consejo, 
ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.
Que el don de Fortaleza 
me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe 
y en el camino de la salvación.
Que sepa con el don de Ciencia, 
discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero,
 descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.
Que, con el don de Piedad, 
ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción 
y sea misericordioso con el prójimo.
Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, 
tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, 
cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.
Lléname, sobre todo, de tu amor divino; 
que sea el móvil de toda mi vida espiritual; 
que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, 
al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, 
la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. 
Amén.
(Oración al Espíritu Santo para pedir los 7 dones)

Invocaciones

Espíritu Santo imprime en nosotros el horror al pecado, te rogamos óyenos.
Espíritu Santo ven a renovar la faz de la tierra…
Espíritu Santo derrama tus luces en nuestra inteligencia…
Espíritu Santo graba tu ley en nuestros corazones...
Espíritu Santo abrásanos en el fuego de tu amor…
Espíritu Santo ábrenos el tesoro de tus gracias…
Espíritu Santo enséñanos a orar como se debe…
Espíritu Santo ilumínanos con tus inspiraciones celestiales…
Espíritu Santo concédenos la única ciencia necesaria…
Espíritu Santo inspíranos la práctica de las virtudes…
Espíritu Santo haz que perseveremos en tu justicia…
Espíritu Santo sé tú mismo nuestra recompensa…

Oración conclusiva

¡Espíritu divino! Por los méritos de Jesucristo, te suplicamos vengas a nuestros corazones y nos comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminados y confortados por ellos, vivamos según tu voluntad, y muriendo entregados a tu amor, merezcamos cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.

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