Espíritu Santo, ¡Ven!: Día quitno

 

Día quinto


Oración inicial para todos los días

Ante tu presencia postrado, 
¡Soberano Espíritu de paz, de reconciliación y de todo consuelo!, 
humildemente te pido perdón de mis pecados, 
y la gracia de un verdadero arrepentimiento. 

Dones especiales de tu misericordia son la luz para bien conocer y discernir; 
la llama del alma para detestarlas; 
el firme propósito actual para nunca más volver a cometerlas; 
la fortaleza y perseverancia para el cumplimiento de tal resolución hasta el fin de la vida.

Concédeme, Espíritu divino, 
también el fervor y devoción para vivir dando gloria a Dios 
para mi bien y el bien de la Iglesia. Amén.

Texto

27. Durante el discurso del Cenáculo, Jesús anuncia la venida del Espíritu Santo "a costa" de su partida y promete enviarlo: "Si me voy, os lo enviaré" (Juan 16,7). En este contexto, también afirma que cuando el Espíritu Santo venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, a la justicia y al juicio (Juan 16,8). Estas palabras revelan la acción del Espíritu como el Paráclito y Espíritu de la verdad, aquel que enseñará, recordará, dará testimonio y guiará hacia la verdad completa (Juan 14,26, Juan 15,26).

28. La partida de Jesús, relacionada con el anuncio del Espíritu Santo, destaca la importancia de su ida: "Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito" (Juan 16,7). Jesús explica que el Espíritu Santo convencerá al mundo en lo referente al pecado, la justicia y el juicio (Juan 16,8). El pecado se refiere a la incredulidad hacia Jesús, incluso por parte de sus conciudadanos de Nazaret: "Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa de su pecado" (Juan 15,22). La justicia implica la glorificación de Jesús al ser elevado al Padre: "De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado." (Juan 16,9-11), mientras que el juicio señala la condena del Príncipe de este mundo, Satanás.

29. Estas palabras de Jesús revelan que el pecado, la justicia y el juicio tienen un significado preciso en su pensamiento, diferente a la interpretación que algunos podrían atribuirles. El pecado representa la incredulidad hacia Jesús y el rechazo de su misión que llevó a su crucifixión. La justicia se refiere a la justicia definitiva que el Padre le otorgará a Jesús a través de su resurrección y ascensión al cielo. El juicio implica que el Espíritu de la verdad demostrará la culpabilidad del mundo al condenar a Jesús a la muerte en la cruz.

30. El testimonio del día de Pentecostés confirma el anuncio de Jesús en el discurso de despedida. En ese día, el Espíritu Santo desciende sobre los apóstoles reunidos en oración con María, y son llenos del Espíritu Santo, hablando en otras lenguas según se les concede expresarse (Hechos 2,1-4). Este acontecimiento cumple la promesa del Paráclito y establece un vínculo entre el anuncio de Jesús y su realización. Los apóstoles, bajo la influencia del Espíritu Santo, dan testimonio de Cristo crucificado y resucitado. Pedro proclama el rechazo y la condena de Jesús a muerte en la cruz por parte de aquellos a quienes se dirige (Hechos 2,22-23). Este testimonio inicial del Espíritu convence al mundo en lo referente al pecado y su rechazo de Cristo.

31. A partir de este testimonio en Pentecostés, la acción del Espíritu Santo continúa en la Iglesia, que es enviada al mundo como testigo y portadora del misterio pascual de Cristo. El Espíritu Santo muestra el pecado en el contexto de la cruz de Cristo y hace comprender que su misión es convencer sobre el pecado que ya ha sido juzgado definitivamente. El convencimiento del Espíritu Santo tiene una dimensión salvífica, no busca la condena del mundo, sino su salvación. Jesucristo vino al mundo para salvarlo, y el Espíritu Santo continúa su obra de salvación a través de la Iglesia.

32. El Concilio Vaticano II también encuentra confirmación en estas palabras de Jesús sobre el Espíritu Santo que convence al mundo en lo referente al pecado. El Concilio comprende el "mundo" como la humanidad en su totalidad, esclavizada por el pecado pero liberada por Cristo para transformarse según el propósito divino. Cuando Jesús habla del Espíritu Santo que convencerá al mundo en lo referente al pecado, se refiere tanto a los pecados en la historia de la humanidad como al pecado de aquellos que rechazaron su misión mesiánica. Cada pecado, en cualquier lugar y momento, hace referencia a la cruz de Cristo y al pecado de no creer en Él.

33. La misión del Espíritu Santo de convencer al mundo en lo referente al pecado está enraizada en el amor y la misericordia divina. El objetivo no es condenar al mundo, sino ofrecerle la salvación. El Espíritu Santo ilumina las conciencias, toca los corazones y mueve a las personas a reconocer su pecado, arrepentirse y acoger la gracia salvadora de Cristo. A través de esta convicción, el Espíritu Santo nos invita a convertirnos, a vivir según la justicia y a abrirnos al juicio divino, que es un juicio de amor y misericordia.

(Juan Pablo II, Dominum et vivificantem 27-33)

Oración

Espíritu Santo, inspíranos,
para que pensemos santamente.
Espíritu Santo, incítanos,
para que obremos santamente.
Espíritu Santo, atráenos,
para que amemos las cosas santas.
Espíritu Santo, fortalécenos,
para que defendamos las cosas santas.
Espíritu Santo, ayúdanos,
para que no perdamos nunca las cosas santas.
(Oración al Espíritu Santo de San Agustín)

Invocaciones

Espíritu Santo imprime en nosotros el horror al pecado, te rogamos óyenos.
Espíritu Santo ven a renovar la faz de la tierra…
Espíritu Santo derrama tus luces en nuestra inteligencia…
Espíritu Santo graba tu ley en nuestros corazones...
Espíritu Santo abrásanos en el fuego de tu amor…
Espíritu Santo ábrenos el tesoro de tus gracias…
Espíritu Santo enséñanos a orar como se debe…
Espíritu Santo ilumínanos con tus inspiraciones celestiales…
Espíritu Santo concédenos la única ciencia necesaria…
Espíritu Santo inspíranos la práctica de las virtudes…
Espíritu Santo haz que perseveremos en tu justicia…
Espíritu Santo sé tú mismo nuestra recompensa…

Oración conclusiva

¡Espíritu divino! Por los méritos de Jesucristo, te suplicamos vengas a nuestros corazones y nos comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminados y confortados por ellos, vivamos según tu voluntad, y muriendo entregados a tu amor, merezcamos cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.

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