19 Orar con la liturgia: prefacio II de navidad

Prefacio II de Navidad

Porque en el misterio santo que hoy celebramos,
el que era invisible en su naturaleza
se hace visible al adoptar la nuestra;
el Eterno, engendrado antes del tiempo,
comparte nuestra vida temporal
para reconstruir todo el universo al asumir en sí todo lo caído,
para llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre descarriado.

Introducción: La Encarnación como obra de restauración
El prefacio II de Navidad nos invita a contemplar el misterio de la Encarnación como un acto de amor que transforma toda la creación. Dios invisible, eterno y todopoderoso, entra en nuestra historia para restaurar lo que estaba caído y llevarnos de regreso al Padre. Es una obra de reconciliación y renovación universal, que nos incluye a cada uno de nosotros.

1. "El que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra"

El Dios que ningún ojo humano podía ver se hace visible en Jesús. En su humanidad descubrimos el rostro del Padre y su amor incondicional. La Encarnación es el puente entre lo divino y lo humano, uniendo lo celestial con lo terrenal.

Catequesis:

  • Dios invisible se hace visible porque quiere que lo conozcamos, no como una idea abstracta, sino como un Dios cercano, que camina con nosotros.
  • Jesús no solo se hace visible en su nacimiento, sino también en la Eucaristía, en la Palabra y en los hermanos más necesitados.
  • Este acto nos invita a la contemplación: ¿Cómo veo yo a Dios en los signos visibles que me rodean?

Reflexión personal:
¿Reconozco en Jesús el rostro visible de Dios? ¿Busco su presencia en los sacramentos, en la oración y en los demás?

Oración:
Señor, que en tu Hijo has hecho visible tu amor, abre mis ojos para descubrirte en lo concreto de mi vida.

2. "El Eterno, engendrado antes del tiempo, comparte nuestra vida temporal"

El Verbo eterno, que existe desde siempre, entra en el tiempo. Dios se somete a la fragilidad de nuestra condición humana: vive, trabaja, sufre y muere con nosotros. Al compartir nuestra vida, transforma todo lo humano y le da un sentido nuevo.

Catequesis:

  • Jesús asume nuestra temporalidad para redimirla. Cada momento de nuestra vida, por pequeño que sea, adquiere valor porque Dios mismo ha caminado por nuestros senderos.
  • Esto nos invita a vivir con esperanza y confianza. Dios no está lejos de nuestras luchas; las ha vivido y las ha redimido.
  • Al contemplar el misterio de la Encarnación, somos llamados a valorar el tiempo como un don, vivido en comunión con Cristo.

Reflexión personal:
¿Cómo valoro mi tiempo y mis experiencias sabiendo que Dios las compartió y las santificó? ¿Vivo con la confianza de que Él camina conmigo en mi fragilidad?

Oración:
Jesús, eterno y humilde, enséñame a vivir cada momento de mi vida como una oportunidad para caminar contigo.

3. "Para reconstruir todo el universo al asumir en sí todo lo caído"

La Encarnación de Cristo no es solo una salvación individual, sino una restauración universal. Al asumir nuestra humanidad, Jesús lleva sobre sí nuestras heridas, nuestro pecado y nuestra muerte, para redimirlo todo. En Él, toda la creación encuentra un nuevo principio.

Catequesis:

  • Al hacerse hombre, Jesús no solo restaura al ser humano, sino que redime toda la creación. Todo lo creado encuentra su plenitud en Cristo.
  • Este acto nos invita a la esperanza: no hay nada en nuestra vida tan roto que Cristo no pueda restaurar. Su Encarnación es una obra de sanación.
  • También nos llama a colaborar en esta restauración, siendo instrumentos de reconciliación en el mundo.

Reflexión personal:
¿Confío en que Cristo puede restaurar las áreas rotas de mi vida? ¿Cómo colaboro con Él en la misión de sanar y reconciliar mi entorno?

Oración:
Jesús, Redentor del universo, restaura en mí lo que está herido y hazme partícipe de tu obra de reconciliación en el mundo.

4. "Para llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre descarriado"

Jesús no solo viene a sanar y restaurar, sino a llevarnos de vuelta al Padre. Como el Buen Pastor, busca a la oveja perdida y la conduce al Reino de los cielos. Su Encarnación es un llamado al arrepentimiento, a la conversión y a la comunión con Dios.

Catequesis:

  • La Encarnación es la expresión máxima de la misericordia divina: Dios viene a buscarnos allí donde estamos, en nuestra confusión y pecado, para llevarnos a la plenitud de la vida en Él.
  • Este acto nos invita a volvernos hacia Dios con confianza, sabiendo que siempre nos espera con los brazos abiertos.
  • También nos desafía a ser instrumentos de este llamado, invitando a otros a conocer el amor de Cristo.

Reflexión personal:
¿Estoy respondiendo al llamado de Cristo a volver al Padre? ¿Cómo invito a otros a experimentar el amor reconciliador de Dios?

Oración:
Señor, Buen Pastor, llámame siempre hacia tu Reino. Hazme instrumento de tu amor para que otros también respondan a tu invitación.

Conclusión: Una obra divina que nos incluye a todos

El prefacio II de Navidad nos invita a contemplar la Encarnación como un acto de amor que transforma y redime. Dios, eterno e invisible, se hace hombre para restaurar lo caído y conducirnos de vuelta al Reino. Que este misterio llene nuestro corazón de gratitud y esperanza, y que nuestra vida sea un testimonio de su amor salvador.

Oración final:
Señor Jesús, Dios visible y cercano, gracias por compartir nuestra humanidad y redimir todo lo que estaba caído. Haz que nuestra vida sea un reflejo de tu obra de reconciliación y renovación. Llévanos siempre hacia el Reino eterno del Padre. Amén.

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