Árbol de Jesé 8 - El león (6 de Diciembre)

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Palabra de Dios


(Gn 49, 1-2. 9-12)



1 Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro;

2 agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel:

(...)

9 Judá es un león agazapado,

has vuelto de hacer presa, hijo mío;

se agacha y se tumba como león

o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo?

10 No se apartará de Judá el cetro,

ni el bastón de mando de entre sus rodillas,

hasta que venga aquel a quien está reservado,

y le rindan homenaje los pueblos.

11 Ata su asno a una viña,

y a una cepa, el pollino de la asna;

lava su sayo en vino,

y su túnica en sangre de uvas.

12 Sus ojos son más oscuros que vino,

y sus dientes más blancos que leche.


Meditación


Es difícil entender por qué Judá merece tantas bendiciones. Es un hombre como cualquiera. Él tiene la idea de vender a José. Se separa de sus hermanos. Se casa con una mujer que no es de su pueblo. Se acuesta con rameras. No cumple, naturalmente, con sus promesas; lo hace sólo cuando es obligado. No, no es un hombre cualquiera; es “un poco peor» que un hombre cualquiera.


Pero Jacob, en un momento de inspiración, lo bendice. La bendición que recibe fue -sin lugar a dudas- dirigida por Dios, puesto que Cristo nacerá de esta tribu. Será tanta la fuerza de la gente de Judá que ellos -casi- solos serán el “reino del sur”, cuando las tribus se dividieran.


Hasta hoy llamamos a los descendientes de Israel como judíos, designación que deriva de Judá. ¿No te parecen demasiados honores para una persona como Judá?


A veces, los caminos de Dios son difíciles de entender. Aquellos que nosotros pensamos que lo merecen, no reciben nada. Aquellos que, desde nuestro punto de vista, deberían ser piadosamente olvidados, son encumbrados.


Ora


Dios también te bendice ¿Reconoces su bendición?

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