Árbol de Jesé 7 - el burro (5 de diciembre)
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Palabra de Dios
(Gn 42,25-35)
25 José mandó que les llenasen de grano los sacos, que metieran el dinero de cada uno en su saco y que les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo.
26 Cargaron el grano sobre los asnos y se marcharon de allí.
27 Cuando uno de ellos abrió el saco para echar pienso al asno en la posada, vio que su dinero estaba en la boca del saco
28 y dijo a sus hermanos: «Me han devuelto el dinero; está aquí en mi saco». Se les sobresaltó su corazón y, temblando, se decían unos a otros: «¿Qué ha hecho Dios con nosotros?».
29 Cuando llegaron a casa de su padre Jacob, la tierra de Canaán, le contaron todo lo sucedido:
30 «El hombre, señor de aquel país, nos habló duramente y nos tomó por espías de su tierra.
31 Nosotros le dijimos: “Somos personas honradas, no espías.
32 Éramos doce hermanos, hijos del mismo padre; uno desapareció, y el menor se ha quedado con nuestro padre en la tierra de Canaán”.
33 Pero el hombre, señor de aquella tierra, nos dijo: “En esto conoceré que sois honrados: dejad conmigo a uno de los hermanos; los demás, vayan a llevar el grano a sus familias hambrientas.
34 Luego me traeréis a vuestro hermano menor, y así sabré que sois honrados, y no unos espías. Entonces os devolveré a vuestro hermano, y podréis moveros libremente por el país”».
35 Cuando vaciaron los sacos, cada uno tenía la bolsa de su dinero en su propio saco. Al ver las bolsas de su dinero, ellos y su padre se asustaron.
(Gn 43, 16-25)
16 Cuando José vio con ellos a Benjamín, dijo a su mayordomo: «Lleva a estos hombres a casa, mata una res y prepárala, pues al mediodía comerán conmigo».
17 El mayordomo hizo lo que ordenó José y llevó a los hombres a casa de José.
18 Cuando los llevaba a casa de José, sintieron miedo y se decían: «Nos lleva allí por lo del dinero, devuelto en nuestros sacos la primera vez, para tendernos una trampa, detenernos, tomar nuestros asnos y hacernos esclavos».
19 Y acercándose al mayordomo de José, le dijeron a la puerta de la casa:
20 «Por favor, señor; nosotros bajamos en otra ocasión a comprar provisiones.
21 Cuando llegamos a la posada y abrimos nuestros sacos, el dinero que había pagado cada uno estaba en la boca de su saco, y lo hemos traído con nosotros.
22 Además traemos otra cantidad para comprar provisiones; no sabemos quién metió el dinero en nuestros sacos».
23 Él contestó: «Estad tranquilos, no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os metió ese tesoro en vuestros sacos; vuestro dinero lo recibí yo». Y les sacó a Simeón.
24 Después los hizo entrar en casa de José, les dio agua para que se lavaran los pies y echó pienso a sus asnos.
25 Ellos dispusieron los regalos para cuando llegase José a mediodía, pues habían oído que iban a comer allí.
(Gn 45, 1-16)
1 José no pudo contenerse en presencia de su corte y gritó: «Salid todos de mi presencia». No había nadie cuando José se dio a conocer a sus hermanos.
2 Rompió a llorar fuerte, de modo que los egipcios lo oyeron y la noticia llegó a casa del faraón.
3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José; ¿vive todavía mi padre?». Sus hermanos, perplejos, se quedaron sin respuesta.
4 Dijo, pues, José a sus hermanos: «Acercaos a mí». Se acercaron, y les repitió: «Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis a los egipcios.
5 Pero ahora no os preocupéis, ni os pese el haberme vendido aquí, pues para preservar la vida me envió Dios delante de vosotros.
6 Van dos años de hambre en el país y aún quedan cinco años en que no habrá arada ni siega.
7 Dios me envió delante de vosotros para aseguraros supervivencia en la tierra y para salvar vuestras vidas de modo admirable.
8 Así pues, no fuisteis vosotros quienes me enviasteis aquí, sino Dios; él me ha hecho padre del faraón, señor de toda su casa y gobernador de toda la tierra de Egipto.
9 Apresuraos a subir adonde se encuentra mi padre y decidle: “Esto dice tu hijo José: Dios me ha hecho señor de todo Egipto; baja a mí sin demora.
10 Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí con tus hijos y nietos, con tus ovejas, vacas y todo cuanto posees.
11 Yo te mantendré allí, pues quedan todavía cinco años de hambre, para que no carezcas de nada ni tú, ni tu casa ni todo lo tuyo”.
12 Vosotros estáis viendo con vuestros propios ojos, y también mi hermano Benjamín con los suyos, que os hablo yo en persona.
13 Informad a mi padre de toda mi autoridad en Egipto y de todo lo que habéis visto, y apresuraos a bajar aquí a mi padre».
14 Y echándose al cuello de su hermano Benjamín, rompió a llorar; y lo mismo hizo Benjamín.
15 Luego besó a todos sus hermanos, llorando al abrazarlos. Entonces sus hermanos hablaron con él.
16 Llegó al palacio del faraón la siguiente noticia: «Han venido los hermanos de José»; el faraón y sus servidores se alegraron.
Meditación
José había sido vendido como esclavo, pero acaba en la corte del faraón por su fama de interpretar sueños. Un don que Dios le había dado. Jose interpreta el sueño del faraón en el que le anuncia siete años de abundancia y otros siete de hambre. Los hermanos de José van a verle por primera vez y pese a su dolor, a su sufrimiento, es tremendamente generoso con sus hermanos aunque estos no le reconocen.
Finalmente en el tercer viaje que hacen los hermanos de José, José se da a conocer, llama la atención como les hace ver a sus hermanos que de su pecado, sus malas decisiones van a traer una bendición de Dios a la familia.
Ora
¿Reconozco que Dios tiene un plan para mí?
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