66. Orar con la liturgia: oración colecta del III Domingo de Adviento (Domingo Gaudete)

Oración colecta:

Oh, Dios,
que contemplas cómo tu pueblo
espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor,
concédenos llegar a la alegría
de tan gran acontecimiento de salvación
y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Introducción

El tercer domingo de Adviento es el Domingo de la Alegría, llamado Gaudete por la antífona inicial: “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos” (Flp 4,4).
La oración colecta nos sitúa en el corazón de esa alegría, no como simple emoción pasajera, sino como fruto de la fidelidad y de la esperanza cumplida.

Dios “contempla” a su pueblo: su mirada amorosa ve nuestra espera, nuestras vigilias, nuestras pequeñas fidelidades. No es una mirada lejana, sino la del Padre que observa con ternura cómo sus hijos se preparan para recibir el don más grande: el nacimiento del Salvador.

Esta oración une tres actitudes del Adviento maduro: fidelidad, alegría y celebración. La fidelidad en la espera nos conduce a la alegría profunda; y esa alegría, cuando se celebra, se convierte en testimonio y alabanza.

1. Invocación inicial

Oh Dios,
que miras con amor a tu pueblo fiel,
mira también mi corazón que te espera.
Haz que mi esperanza sea firme,
mi alegría auténtica
y mi preparación constante.
Concédeme llegar a la fiesta del nacimiento de tu Hijo
con un gozo desbordante
que brote de tu salvación.
Amén.

2. Escucha y meditación de la oración colecta

“Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor…”
Dios no es indiferente a nuestra espera: la contempla. Su mirada reconoce el esfuerzo de la fe, la perseverancia en la oración, el amor cotidiano que sostiene la esperanza.
Esa fidelidad es la raíz de la alegría verdadera. No es el entusiasmo momentáneo, sino la constancia del corazón que no se rinde, aun cuando el Señor parece tardar.

  • ¿Espero con fidelidad, o mi esperanza se apaga ante la rutina o el cansancio?

  • ¿Soy consciente de que Dios ve y valora mi espera fiel, incluso cuando es silenciosa?

“…concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación…”
El Adviento tiene una meta: la alegría del Nacimiento del Señor. No cualquier alegría, sino la que brota del encuentro con el Salvador. Es una alegría que libera, que ilumina y transforma. Pedimos llegar a ella, porque no siempre es fácil conservarla; necesitamos la gracia que renueva el gozo interior.

  • ¿Qué tipo de alegría busco en mi vida: la fugaz o la que nace de Dios?

  • ¿Mi corazón se prepara para acoger la alegría del Evangelio?

“…y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante.”
La alegría cristiana no se encierra: se celebra y se comparte. “Solemnidad” significa reconocer la grandeza del don recibido; “júbilo desbordante” es la respuesta espontánea del amor. La liturgia del Adviento nos enseña a celebrar con profundidad, no solo con emoción, sino con espíritu agradecido.

  • ¿Celebro mi fe con alegría y gratitud, o con rutina y formalismo?

  • ¿Soy testigo del júbilo del Evangelio para los demás?

3. Oración personal

Señor,
Tú que miras con ternura a tu pueblo en espera,
mira también mis pequeños esfuerzos de fidelidad.
Haz que mi esperanza no se canse
y que mi alegría se enraíce en tu presencia.
Concédeme llegar a la Navidad con corazón puro y agradecido,
para celebrar con gozo el nacimiento de tu Hijo,
luz del mundo y fuente de toda salvación.
Que mi vida entera sea canto de júbilo a tu amor.
Amén.

4. Contemplación

Contemplemos un amanecer: el cielo comienza a clarear, la noche retrocede y el horizonte se tiñe de luz.
Así es el Adviento en su tercera semana: la aurora de la salvación ya se vislumbra, el gozo se aproxima.
Dios mira a su pueblo que aguarda, y su mirada enciende la alegría.
En silencio, sintamos esa mirada sobre nosotros.
Que ella despierte en nuestro corazón la sonrisa interior de quien sabe que el Señor está cerca.

5. Compromiso

  • Repetir durante el día: “El Señor está cerca, mi alma se alegra en Él.”

  • Realizar un gesto concreto de alegría compartida: reconciliarse, agradecer, visitar, consolar.

  • Preparar espiritualmente la Navidad con un acto de fidelidad cotidiana (oración, servicio, confesión, lectura del Evangelio).

  • Participar en la liturgia con gozo consciente, ofreciendo a Dios la alegría de servirle y alabarle.

Oración final

Oh, Dios,
que contemplas cómo tu pueblo
espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor,
concédenos llegar a la alegría
de tan gran acontecimiento de salvación
y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Indulgencia plenaria en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesus

Orar con la liturgia: Oración Colecta Santísimo nombre de Jesús

Ferias mayores de adviento, Ero Cras