Adviento: preparar el corazón para la venida de Jesús

Adviento: preparar el corazón para la venida de Jesús

Una invitación a la confesión para universitarios

El Adviento no es solo una cuenta atrás para la Navidad. No es únicamente luces, villancicos o exámenes que se acumulan al final del semestre. El Adviento es, sobre todo, un tiempo para preparar el corazón.

La pregunta clave no es si Jesús viene —porque viene—, sino a qué corazón viene.

Jesús viene… ¿está mi corazón preparado?

Juan el Bautista lo decía con claridad:

“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos” (Lc 3,4)

Preparar el camino no es generar emociones religiosas, sino ordenar la vida, reconocer lo que no está bien y dejar que Dios actúe. Eso es la conversión. Y uno de los regalos más grandes que la Iglesia nos ofrece para vivirla es el sacramento de la confesión.

La confesión: no un juicio, sino un encuentro

Muchos jóvenes ven la confesión como algo incómodo, como una lista repetida de errores o como un momento de vergüenza. Se acercan al sacramento con pensamientos que pesan en el corazón: “siempre confieso lo mismo”, “no cambio”, “me da vergüenza”.

Y, sin embargo, el Adviento nos recuerda que la confesión no es el premio para los fuertes, sino el camino humilde de quienes quieren dejarse transformar por Dios.
Él no se cansa de perdonar.
Somos nosotros los que, a veces, nos cansamos de pedir perdón.

En Adviento recordamos que Jesús no vino por los perfectos, sino por los cansados, los heridos y los que se han equivocado. No viene a señalar, sino a salvar.

“Mira que estoy a la puerta y llamo” (Ap 3,20)

Confesarse es, sencillamente, abrirle la puerta.

Gaudete: la alegría que nace del perdón

La tercera semana de Adviento es la semana de la alegría (Gaudete). Pero la alegría cristiana no nace de que todo esté resuelto, sino de sabernos reconciliados.

Cuando uno se confiesa, algo cambia por dentro: el peso se aligera, la conciencia descansa y el corazón recupera la paz. No porque seamos mejores, sino porque Dios es fiel.

Un examen de conciencia para este Adviento

Antes de confesarte, tómate unos minutos de silencio y pregúntate con sinceridad:

Mi relación con Dios

  • ¿Tengo un espacio real para Dios en mi vida o solo lo busco cuando lo necesito?
  • ¿Rezo o simplemente “pienso en Dios” de vez en cuando?
  • ¿Confío en Él o vivo como si todo dependiera solo de mí?
  • ¿He descuidado la Eucaristía dominical?

Mi relación conmigo mismo

  • ¿Vivo con paz interior o siempre con prisas y evasiones?
  • ¿Cómo gestiono mis heridas, frustraciones y miedos?
  • ¿Busco llenar vacíos con cosas que no me hacen bien?
  • ¿Me trato con la dignidad que Dios me da?

Mi relación con los demás

  • ¿He sido justo y respetuoso con quienes me rodean?
  • ¿He herido con palabras, actitudes o indiferencia?
  • ¿Guardo rencor o falta de perdón?
  • ¿Soy responsable con mis estudios y compromisos?

Mi vida afectiva y moral

  • ¿Vivo mis relaciones con respeto y verdad?
  • ¿Uso a las personas para sentirme mejor?
  • ¿Hay hábitos que sé que me alejan de Dios y que no quiero soltar?

Mirando la venida de Jesús

  • Si Jesús viniera hoy, ¿qué parte de mi vida no querría mostrarle?
  • ¿Qué necesito que sane?
  • ¿Qué puerta le tengo cerrada?

Una oración sencilla

Señor Jesús,
Tú vienes a mi vida no para condenarme,
sino para salvarme.

Dame la gracia de reconocer mi pecado sin miedo
y de acoger tu perdón con un corazón humilde.

Que esta Navidad no sea solo una fecha,
sino un verdadero encuentro contigo.
Amén.

Para terminar

Confesarse en Adviento no es “volver a empezar desde cero”.
Es dejar que Dios haga nuevas todas las cosas.

Que esta Navidad encuentre nuestro corazón abierto, reconciliado y lleno de esperanza.

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