60. Orar con la liturgia: oración colecta del Domingo XXIX del Tiempo Ordinario

 Oración colecta:

Dios todopoderoso y eterno,
haz que te presentemos una voluntad solícita y estable,
y sirvamos a tu grandeza con sincero corazón.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.

Imtroduccion

Esta oración nos conduce al centro de la vida espiritual: la unión entre la voluntad humana y la voluntad divina. Pedimos a Dios que nos conceda una voluntad solícita y estable, es decir, dispuesta con prontitud para el bien y perseverante en su cumplimiento. No basta querer servir: es necesario hacerlo con fidelidad, sin dejarse vencer por la inconstancia o la rutina.

El servicio que ofrecemos no es servidumbre, sino respuesta amorosa a la grandeza de Dios. Servirle con un corazón sincero significa hacerlo sin intereses, sin apariencias, por puro amor y gratitud. Así, la oración nos enseña que el verdadero culto a Dios se expresa en la coherencia entre lo que creemos, lo que deseamos y lo que hacemos.

Esta colecta es una súplica humilde: que Dios modele nuestra voluntad, la fortalezca y la dirija hacia el bien. Porque solo quien tiene un corazón recto y estable puede servir al Señor con alegría.

1. Invocación inicial

Dios todopoderoso y eterno,
modela mi voluntad según tu corazón.
Hazla solícita para cumplir tu querer
y firme para perseverar en el bien.
Que todo mi servicio a Ti
nazca de la sinceridad y la gratitud,
para honrar tu grandeza con alegría.
Amén.

2. Escucha y meditación de la oración colecta

“Dios todopoderoso y eterno…”
La oración comienza reconociendo a Dios como el único que es eterno y poderoso. Frente a su grandeza, descubrimos nuestra fragilidad, pero también nuestra confianza: el poder de Dios no aplasta, sino que sostiene; su eternidad no nos distancia, sino que nos atrae hacia su fidelidad sin fin.

  • ¿Reconozco que dependo del poder y la fidelidad de Dios para mantenerme en el bien?

  • ¿Descanso mi voluntad en la suya, o me apoyo solo en mis fuerzas?

“…haz que te presentemos una voluntad solícita y estable…”
La voluntad solícita es aquella que responde con prontitud, sin demora ni resistencia. La voluntad estable es la que permanece firme, incluso en la dificultad. Pedimos ambas gracias: disponibilidad y perseverancia. La vida cristiana no se sostiene solo en el entusiasmo inicial, sino en la constancia silenciosa de quien ama día a día.

  • ¿Soy solícito para hacer el bien, o me dejo vencer por la pereza espiritual?

  • ¿Persevero con fidelidad cuando el servicio se vuelve exigente o rutinario?

“…y sirvamos a tu grandeza con sincero corazón.”
Servir a Dios es reconocer su grandeza, pero hacerlo con “sincero corazón” significa pureza de intención. El corazón sincero no busca recompensa ni aplauso, sino agradar a Dios. En el servicio humilde se revela la verdadera libertad del discípulo.

  • ¿Sirvo a Dios y a los demás con un corazón sincero?

  • ¿Busco en mis obras su gloria o mi propio reconocimiento?

3. Oración personal

Señor, Dios eterno y fiel,
Tú conoces mi corazón cambiante y mi fragilidad.
Hazme dócil a tu voluntad,
dispuesto siempre al bien y perseverante en la entrega.
Purifica mis intenciones,
para que mi servicio brote del amor y no del interés.
Que todo lo que haga, diga o piense
sea para gloria de tu grandeza y bien de mis hermanos.
Amén.

4. Contemplación

Imaginemos una lámpara encendida en medio de la noche. Su llama es pequeña, pero firme: no vacila porque el aceite la alimenta. Así es la voluntad sostenida por la gracia.
El Espíritu Santo es ese aceite invisible que mantiene viva nuestra entrega. Sin Él, la llama se apaga; con Él, brilla incluso en el viento.
En silencio, contemplemos nuestra propia lámpara interior: ¿arde establemente o titubea? Dejemos que el Señor renueve en nosotros el fuego del servicio fiel y del amor sincero.

5. Compromiso

  • Repetir con frecuencia durante el día: “Señor, dame una voluntad solícita y estable.”

  • Cumplir con prontitud y amor una tarea que se me confía, aunque sea pequeña o poco visible.

  • Perseverar en un servicio, oración o compromiso que he descuidado, pidiendo al Espíritu Santo constancia.

  • Examinar mis motivaciones: ¿sirvo por amor o por costumbre? ¿Por fidelidad o por conveniencia? 

Oración final

Dios todopoderoso y eterno,
haz que te presentemos una voluntad solícita y estable,
y sirvamos a tu grandeza con sincero corazón.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

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