Día 74 - Muerte de Jesús (Mt 27, 45-55)

 Día 74

1. Invoca al Espíritu Santo

2. La Palabra de Dios

Muerte de Jesús (Mt 27, 45-55)

45 Desde la hora sexta hasta la hora nona vinieron tinieblas sobre toda la tierra.

46 A la hora nona, Jesús gritó con voz potente: Elí, Elí, lemá sabaqtaní (es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).

47 Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron: «Está llamando a Elías».

48 Enseguida uno de ellos fue corriendo, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber.

49 Los demás decían: «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo».

50 Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu.

51 Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se resquebrajaron, 52 las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron 53 y, saliendo de las tumbas después que él resucitó, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.

54 El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados: «Verdaderamente este era Hijo de Dios».

55 Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo; 56 entre ellas, María la Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

3. La Palabra ilumina

Morimos solos -se ha dicho-, mientras que la vida humana, desde el seno materno, es comunión. Todos estamos llamados a la cita ineludible que pondrá unpunto de no retorno a nuestro vivir en la tierra. También Jesús quiso hacer frente a este dramático momento, que marca profundamente la aventura humana desde sumismo comienzo y la ha colmado para siempre de su presencia amorosa. 

Ahora, en efecto, ya no vive nadie para sí mismo, ni muere para sí mismo. En Cristo, cada hombre ha recibido la posibilidad de abandonarse al Padre, a fin de recorrer el último trecho de su vida: el que le conduce a entrar y no en el oscuro abismo de la nada, sino el que le conduce al abrazo del Padre, que en cada hombre que vuelve a él recibe ahoraa su Hijo amado. Para esto vino Jesús, en efecto, para revelarnos el corazón de un Dios que se hace -como nosotros- debil e impotente porque es amor. Un Dios que muere en una cruz representa tal paradoja que no puede ser, ciertamente, invencion humana. Querríamos un Dios fuerte, poderoso, que derrotara a sus enemigosen el campo. 

El escándalo de la cruz y el final ignominioso del Justo vuelcan todas las categorias que hemos fabricado sobre Dios, y eso explica la razon de que tambien a los cristianos les haya resultado siempre tan difícil acogeren el silencio y en la adoración esta sorprendente revelacion de la cruz-salvacion. Es más facil considerarla simplemente como una especie de accidente de recorrido, algo que se debe superar y olvidar. Ahora bien, obrando así la desnaturalizamos, la vaciamos de su profundo significado salvifico. Y tal vez sea por eso por lo que despues cuesta tantotrabajo aceptar y abrazar con generosidad las muchas muertes cotidianas a las que nos sometemos a lo largo de la existencia: en ellas se lee el obstaculo, cuando en realidad son via.

Via crucis, si, pero tambien via de luz. ¡Qué dificil es reconocer que precisamente la derrota, e lfracaso, la quiebra, constituyen el lugar donde perdernos a nosotros mismos con Cristo para recuperamosvivos con el y para atestiguar que lo único que vale es el amor!

4. Dialoga con el Señor

Jesús entrega su espíritu, muere, ¡y lo hace por ti!

"Mirad el árbol de la cruz donde está puesta la salvación del mundo", la muerte es algo trágico pero, inmediatamente trae vida: fíjate en el versículo 51-53.

¿Soy consciente de la acción que Cristo ha hecho en mi? Haz silencio y pide al Espíritu guardar este Evangelio con fuerza en tu corazón y en tu memoria.

Dios te bendiga.

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