7 - Los primeros discípulos, la actividad y la fama de Jesús (Mt 4, 12-25)

DÍA 7

1. Invoca al Espíritu Santo


2. La Palabra de Dios

Los primeros discípulos, la actividad y la fama de Jesús (Mt 4, 12-25)

12 Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. 13 Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaúm, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, 14 para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:

15 «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. 16 El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló».

17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».

18 Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.

19 Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

20 Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

21 Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó.

22 Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

23 Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo 24 Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curó.

25 Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

3. La Palabra Ilumina

"Habéis oído, oh hermanos queridísimos, cómo Pedro y Andrés abandonaron las redes a la primera invitación y siguieron al Redentor. Todavía no le hablan visto operar prodigios, todavía no le habían oído hablar del premio eterno, y, sin embargo, a una orden del Señor abandonaron todo lo que parecían poseer.
¿Qué diremos, pues, oh queridísimos? ¿Qué diremos el día del juicio nosotros, que no queremos desprendernos del amor al mundo ni nos decidimos a convertimos?

Tal vez alguien pueda pensar: ¿Qué dejaron, pues, esos dos pescadores para seguir la voz del Señor, dado que no poseían casi nada? Pues mirad, hermanos queridísimos, deja mucho aquel que no se queda nada para sí; deja mucho aquel que, aún abandonando poco, lo ha abandonado todo, no obstante.

Nosotros, a decir verdad, estamos apegados a las cosas que tenemos, y buscamos con el deseo las que no tenemos. Nuestras cosas exteriores, por muy pocas que sean, le bastan al Señor, que mira el corazón y no la sustancia material, que no mira cuanto le ofrecemos, sino el ánimo con el que se lo ofrecemos.

Si miramos después el valor material de la cosa dejada, veremos a nuestros santos traficantes adquirirse la vida eterna, en común con los ángeles, al precio de unas pocas redes y una barca. El Reino de Dios, aun siendo superior a cualquier valoración, en la práctica cuesta todo lo que uno tiene. A Pedro y Andrés les costó las redes y la barca; a la viuda le costo dos piezas de calderilla; a otro le costó un vaso de agua fresca. Si por casualidad alguien no tuviera ni siquiera un vaso de agua fresca para dárselo a un pobre, ni siquiera en ese caso tendría, a los ojos de Dios, las manos vacías, si el arca de su corazón está llena de buena voluntad, puesto que a Dios le agrada la oblación del corazón. 

Es índice de buena voluntad alegrarse de la prosperidad del prójimo como de la nuestra; estimar como nuestros los males ajenos; soportar a quien se considera enemigo nuestro -más amarle-; no hacer a nadie lo que no quieres que te hagan a ti; no negar a nadie lo que tú también deseas que te hagan justamente a ti; socorrer las necesidades del prójimo no solo en la medida de nuestras propias fuerzas, sino querer serle útil incluso más allá de nuestras fuerzas" (Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios)


4. Dialoga con el Señor

Dios te bendiga.

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