Una vida más eucarística 4: El perdón
Una vida más eucarística
Cuarto Paso:
La Eucaristía es perdón.
En la Eucaristía, después de la consagración, una de las plegarias eucarísticas dice: "mientras esperamos la venida gloriosa, te ofrecemos, Dios fiel y misericordioso, la víctima que reconcilia a los hombres contigo" (Plegaria eucarística de la reconciliación 1). ¿Quién es la víctima? Es Cristo, que se ha entregado en el altar una vez más, como en cada Eucaristía. Recordemos que la Eucaristía es el sacrificio incruento del sacrificio cruento de Cristo en la Cruz. Y este sacrificio se realiza en cada Eucaristía.
¿Reconciliación de los hombres con Dios? Si hay reconciliación es porque había enemistad. El hombre estaba enemistado con Dios. La causa de esta enemistad era el pecado original. Había un gran abismo entre el hombre y Dios a causa del pecado. Cristo viene para salvar este abismo. Jesús es el puente (Pontífice) entre los hombres y Dios, entre Dios y los hombres.
La reconciliación que celebramos y de la que aprendemos en la Eucaristía tiene el culmen en la oración del Padre Nuestro, donde oramos: "perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que ofenden". Como dice el apóstol san Pablo: "En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios" (2 Cor 5,20). La reconciliación con Dios nos lleva a la reconciliación con los que tenemos al lado.
La actitud eucarística del cristiano nos lleva a estar en comunión y reconciliación con nuestros hermanos. Reconocer que Jesús se entrega por y para cada uno de nosotros, por mí y para mí, pide una respuesta: el deseo y la acción concreta de entrega a los demás. Por eso, el comulgar nos lleva a un compromiso de amor al prójimo. La actitud eucarística me permite vivir esa entrega y ese sacrificio con los demás.
Por último, recordemos cómo reprendió san Pablo a los cristianos de Corinto, que se reunían a celebrar la Eucaristía en medio de riñas, porque la Eucaristía es un signo de nuestra unidad como un cuerpo. También Jesús nos enseñó: "Si vas a presentar tu ofrenda en el altar, primero reconcíliate con tu hermano y después trae tu ofrenda" (Mt 5,23-24).
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