La experiencia del encuentro con Jesús, el oratorio de niños pequeños.
El Oratorio se define por ser una experiencia de encuentro con Dios a través de la Palabra. Varios son los textos evangélicos que nos recuerdan la preferencia de Jesús por los niños, pero en uno de ellos encontramos el fundamento para esta experiencia: “Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él». Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos”. (Mc 10,13-16).
Nosotros hemos escuchado esta petición del mismo Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí”, y queremos responder a esta llamada, a esta vocación, y acercar a los niños a la fuente de la Palabra, para que puedan beber y saciar la sed de verdad que llevan inscrita en su corazón. Dulce tarea la de conducir a la Palabra para aquellos que, por carisma claretiano, nos definimos como “Servidores de la Palabra”.
Estamos convencidos de que los niños y jóvenes son capaces de entrar en relación directa con el Misterio. No únicamente capaces, sino necesitados de conocer al que es la Vida. Otras experiencias aseguran la transmisión de conocimientos sobre Jesús, la paternidad de Dios, los sacramentos, la Iglesia; y todas ellas fundamentales. Pero el Oratorio no se dirige tanto a la transmisión de conocimientos sino a la vivencia experiencial de esa Buena Noticia que nos acerca la salvación.
En el Oratorio nos reunimos en el nombre de Jesús porque sabemos que “donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Es la primera Palabra que oramos, ¡y qué fácil de entender! Él está en medio de nosotros. Luego iremos descubriendo otras Presencias y Recuerdos de Jesús que nos acompañan en nuestra vida y que nos colman de alegría.
Desde la fe en las Presencias de Jesús iniciamos el camino de la oración con los niños. Esas Presencias reales nos acompañan en nuestro caminar y van configurando los fundamentos de nuestra relación con Dios. Esas Presencias son “lugares de encuentro”, “manifestaciones sacramentales” del amor de Dios que cuida de cada uno de los hombres y mujeres. Y a esas Presencias queremos ir acompañados de los niños y jóvenes, porque ellos también quieren iniciar el camino de búsqueda, de acercamiento al Misterio. Y nos necesitan, como un niño necesita de la mano del padre o de la madre para dar sus primeros pasos.
Es bueno empezar en la más tierna infancia este camino de búsqueda y encuentro. ¡Ojalá se realizase también de la mano de las familias! Cuando preguntamos a los estudiantes más mayores de nuestros colegios desde cuándo están haciendo oración, su respuesta es segura… –¡Desde siempre! Y es verdad. Porque la experiencia de hablar con Dios Padre les resulta gratificante y lleva a plenitud sus pequeños y grandes deseos. Por eso, desde siempre han deseado y desean el encuentro del Oratorio.
Esta es la misión del Oratorio: ser una experiencia de encuentro con Dios a través de la Palabra. Escuchar y guardar la Palabra, en la mente y en el corazón, para recibir con alegría la misión y el envío de Dios. Todos somos MISIONEROS. ¡Qué gran alegría! Y los niños y jóvenes llevan la experiencia de Jesús a sus casas, a sus familias, a sus amigos…
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