Una vida más Eucarística 1: Hambre.

Tener una vida más eucarística nos hace profundizar un poco más en la vida cristiana y ser mejores discípulos de Cristo. Llevar a la vida lo que celebramos como cristianos es nuestro mayor reto.

En estas semanas te invito a hacer un recorrido sobre cómo llevar una vida más eucarística, porque la Eucaristía es tan necesaria para el cristiano... Se dice que la Eucaristía es la fuente y el culmen de la vida cristiana. ¿Por qué? 


Primer paso: 

Tener hambre de la Eucaristía,

tener hambre de Dios

En el Evangelio, las personas a las que Dios les mostraba cercanía, amor y más regalos era a los niños, las viudas, los enfermos, los pecadores... ¿Por qué? ¿Qué les ocurría? ¿Qué tenían en común? Eran personas necesitadas que, buscando lo que les faltaba, encontraron que Jesús llenaba su vacío. Jesús les colmaba sus necesidades y les llenaba de bendiciones. ¿Cuál es el motivo? Que tenían los brazos abiertos para abrazar a Cristo, tenían el corazón abierto a la posibilidad de ser amados por Dios.



Descubrirte necesitado y cultivar una disposición de humildad son dos actitudes que hacen que tengas hambre y sed de Dios porque, así, vas a buscar a Dios con deseo y a querer alimentarte del Señor. Mientras que, si no te descubres hambriento, no vas a buscar el alimento espiritual y la Eucaristía te va a parecer aburrida y monótona. Cuando estás hambriento, sucede lo contrario: disfrutas de la comida y vas con alegría a recibirla y, a la vez, sabes que necesitas alimentarte. Lo mismo sucede con la Eucaristía: ser consciente de que necesitas de la Eucaristía y de que te hace bien y "meterte" en ella producirán en ti mucho fruto. En la Eucaristía te alimentas de Alguien que es más que tú y que yo, de Dios mismo, del Pan vivo que baja del cielo para la vida del mundo.

Jesús era duro con los fariseos porque se creían tan buenos por sí mismos y eran tan soberbios que el amor de Dios les resbalaba y se volvieron impermeables a él. Jesús dijo: "Bienaventurados los pobres de Espíritu", es decir, los que se sienten hambrientos y necesitados, "porque de ellos es el Reino de Dios". 

Si tienes hambre de Dios, deseo de Dios, podrás abrir tu corazón a la Eucaristía y dejarás que Él penetre y transforme toda tu existencia.

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