53. Orar con la liturgia: oracion colecta colecta del XXI Domingo del Tiempo Ordinario
Introducción
La colecta de este domingo nos recuerda que Dios no nos deja caminar solos en medio de las vicisitudes del mundo. Él une nuestros corazones en un mismo deseo y nos orienta hacia lo esencial: amar lo que Él manda y esperar lo que Él promete. En la medida en que vivimos esta unidad, nuestros ánimos se afirman en la esperanza de los gozos verdaderos, que no son pasajeros ni frágiles, sino eternos en Dios.
1. Invocación inicial
Señor, que unes los corazones de tus hijos en un mismo deseo,
concede a tu pueblo amar lo que mandas y esperar lo que prometes,
para que, firmes en tu amor,
vivamos en medio del mundo con la mirada puesta en los gozos eternos.
Amén.
2. Escucha y meditación de la oración colecta
“Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo…”
Dios es quien da la unidad verdadera: no es uniformidad externa, sino comunión profunda en la fe, la esperanza y el amor. Cuando los fieles tienen un mismo deseo, el corazón de la Iglesia late al unísono.
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¿Busco la unidad con mis hermanos en la fe, o me quedo en divisiones y juicios?
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¿Qué deseo gobierna hoy mi corazón?
“…concede a tu pueblo amar lo que prescribes…”
Los mandamientos no son imposiciones frías, sino expresiones del amor de Dios. Amar lo que Dios manda es reconocer que su voluntad es camino de vida, incluso cuando nos cuesta.
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¿Veo los mandamientos como carga o como guía de amor?
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¿Cómo cultivo el deseo de hacer la voluntad de Dios?
“…y esperar lo que prometes…”
La promesa de Dios es nuestra esperanza: la vida eterna, la plenitud en Cristo, la comunión eterna con Él. Esperar lo que promete nos da fuerza para atravesar pruebas y desalientos.
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¿Mi esperanza se apoya en las promesas de Dios o en mis propios planes?
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¿Me sostengo en la esperanza cuando llegan dificultades?
“…para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros ánimos se afirmen allí donde están los gozos verdaderos.”
El mundo está lleno de inestabilidad, pruebas y cambios. Solo quien fija su mirada en los gozos verdaderos —el amor de Dios, la vida eterna, la comunión de los santos— permanece firme y sereno.
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¿Dónde busco mi alegría: en lo pasajero o en lo eterno?
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¿Qué me ayuda a mantener firme el corazón en medio de las pruebas?
3. Oración personal
Señor, une mi corazón al de tu pueblo,
para que juntos caminemos en un mismo deseo.
Hazme amar lo que mandas y esperar con fe lo que prometes.
En medio de las pruebas del mundo,
afirma mi ánimo en los gozos verdaderos de tu Reino,
donde me esperas con amor eterno.
Amén.
4. Contemplación
Imaginemos un barco en medio del mar agitado. Las olas golpean, pero el ancla lo mantiene firme. Así es nuestra vida en las vicisitudes del mundo: los gozos verdaderos —la comunión con Dios— son el ancla que sostiene nuestro corazón. Contemplando esta imagen, pidamos la gracia de permanecer firmes, unidos en un mismo deseo y en una misma esperanza.
5. Compromiso
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Promover la unidad en mi comunidad, familia o grupo de fe, evitando divisiones.
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Vivir los mandamientos no solo como obligación, sino como expresión de amor a Dios.
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Reavivar la esperanza en las promesas de Dios, especialmente en momentos de dificultad.
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Buscar cada día un gozo que sea verdadero y duradero, no solo pasajero.
Oración final
Oh Dios,
que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo,
concede a tu pueblo amar lo que prescribes
y esperar lo que prometes,
para que, en medio de las vicisitudes del mundo,
nuestros ánimos se afirmen allí
donde están los gozos verdaderos.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
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