44. Orar con la liturgia: la oración colecta del Domingo de la Santísima Trinidad

Introducción

Celebrar la solemnidad de la Santísima Trinidad es adentrarnos en el misterio más profundo de nuestra fe: un solo Dios en tres Personas. No es un enigma que debemos resolver, sino una realidad que se nos ha revelado en el amor del Padre, en la verdad del Hijo, y en la vida que da el Espíritu. La Trinidad no es solo una doctrina, sino una comunión viva que nos ha creado, redimido y santificado. Esta oración colecta nos sitúa en actitud de fe y adoración, para reconocer con asombro el misterio de Dios Uno y Trino y para vivir desde Él.

1. Invocación inicial

Comenzamos nuestra oración invocando al Dios trino, que se ha revelado y nos ha hecho partícipes de su vida divina:

“Dios Uno y Trino, misterio de amor y comunión, que nos has creado por amor, nos redimiste en tu Hijo y nos santificas con tu Espíritu: abre nuestro corazón a la contemplación de tu gloria y haznos testigos de tu unidad en el mundo.”
Amén.

2. Escucha y meditación de la oración colecta

“Dios Padre, que, al enviar al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación…”

Desde el principio, Dios Padre se ha revelado dándose. Su amor es expansivo, comunicativo, fecundo. Nos envía la Palabra —Jesucristo, el Hijo eterno hecho carne—, y el Espíritu, que nos santifica, habita en nosotros y nos hace hijos en el Hijo. Esta doble misión —del Hijo y del Espíritu— es la manifestación de Dios mismo, que no es soledad, sino comunión eterna.

🔹 Preguntas para meditar:

  • ¿Reconozco en Jesús y en el Espíritu Santo el rostro de Dios que me ama?

  • ¿Cómo experimento en mi vida el amor del Padre que me habla y me santifica?

“…revelaste a los hombres tu admirable misterio”

Dios no se ha quedado escondido. Se ha revelado por amor, ha mostrado su rostro en Cristo, y nos ha dado su Espíritu para comprender y vivir su vida. Este “admirable misterio” no se comprende solo con la mente, sino con el corazón abierto por la fe. Es el misterio de un Dios que quiere vivir con nosotros y en nosotros.

🔹 Preguntas para meditar:

  • ¿Cómo respondo a un Dios que se revela y se dona?

  • ¿Qué significa para mí vivir dentro de ese “admirable misterio”?

“Concédenos, al profesar la fe verdadera, reconocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar la Unidad en su poder y grandeza.”

Profesamos la fe no solo con palabras, sino con la vida. Reconocer la gloria de la Trinidad es vivir desde su luz: sabernos hijos, hermanos, templos del Espíritu. Y adorar la Unidad es dejar que Dios ocupe el centro, que su poder y grandeza transformen nuestro orgullo en humildad, nuestro egoísmo en comunión.

🔹 Preguntas para meditar:

  • ¿Qué significa para mí “adorar” al Dios Uno y Trino?

  • ¿Vivo la unidad y comunión en mi familia, en la comunidad, como reflejo del Dios Trinidad?

3. Oración personal

A partir de la oración colecta, respondemos con súplica y alabanza al misterio revelado:

Amor del Padre:

“Padre eterno, que nos has amado desde siempre, haz que mi vida sea un reflejo de tu generosidad y misericordia.”

Palabra de Verdad:

“Señor Jesús, Palabra viva del Padre, enséñame a vivir según la verdad que libera, une y salva.”

Espíritu de Santificación:

“Espíritu Santo, que habitas en mí, transforma mi corazón para que viva en comunión con los demás y te adore con fidelidad.”

4. Contemplación

Nos detenemos ante las palabras de Jesús en el Evangelio (Jn 16, 12-15), que nos revelan la intimidad de Dios:

«Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena... Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío.»

Contemplamos el misterio trinitario no como una doctrina lejana, sino como una relación viva, una comunión de amor que se nos comunica.
Jesús nos muestra que todo lo que Él tiene, lo ha recibido del Padre; y que el Espíritu Santo, a su vez, nos lo hace conocer y experimentar. Así, la Trinidad no es solo algo que creemos, sino alguien que se comunica, que actúa, que habita en nosotros.

En silencio, imagina esta escena: Jesús, en la última cena, hablando con ternura y profundidad a sus discípulos. No les está dando una lección teológica, sino abriendo su corazón. Está revelando cómo el Padre le ha dado todo, y cómo el Espíritu vendrá a hacerlo presente en ellos.

🔸 En este momento de contemplación:

  • Imagina al Espíritu Santo susurrando al oído de tu corazón lo que ha oído del Hijo, lo que ha recibido del Padre: palabras de consuelo, de luz, de misión.

  • Deja que esa Palabra resuene en ti: “Todo lo del Padre es mío… y el Espíritu os lo anunciará”.

Respira profundamente. Agradece. Escucha. Deja que este misterio de amor trinitario te abrace.

Silencio contemplativo…
"Padre, Hijo, y Espíritu Santo: te adoro, te amo, me abandono a ti."

5. Compromiso

Para vivir esta oración en lo cotidiano:

  • Vivir como hijos del Padre: Aceptar con gratitud nuestra identidad amada, y transmitirla a los demás.

  • Escuchar y anunciar la Palabra: Hacer de nuestra vida un eco del Evangelio.

  • Dejarse guiar por el Espíritu: Acoger su luz en las decisiones, vivir con docilidad y apertura.

  • Ser reflejo de la Trinidad: Promover la comunión, la unidad y la paz en nuestras relaciones.

Oramos nuevamente la colecta con el corazón abierto:

“Dios Padre,
que, al enviar al mundo
la Palabra de la verdad
y el Espíritu de la santificación,
revelaste a los hombres tu admirable misterio,
concédenos, al profesar la fe verdadera,
reconocer la gloria de la eterna Trinidad
y adorar la Unidad en su poder y grandeza.”
 

Que el misterio de la Trinidad no se quede solo en nuestras palabras, sino que transforme nuestras relaciones, nuestro modo de orar y de vivir. Así seremos verdaderos adoradores, en espíritu y en verdad, reflejando al mundo el amor de Dios Uno y Trino.

Comentarios

Entradas populares de este blog

2 Orar con la liturgia de Adviento - La oración colecta del 18 de diciembre

Indulgencia plenaria en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesus

La esperanza en este tiempo