42. Orar con la liturgia: oración colecta de la Solemnidad de la Ascensión del Señor
Catequesis mistagógica sobre la oración colecta de la Solemnidad de la Ascensión del Señor misa del día.
La Solemnidad de la Ascensión del Señor es un momento crucial en el tiempo litúrgico. Jesús, en su gloriosa Ascensión, no nos deja huérfanos, sino que abre para nosotros el camino hacia el Padre, mostrando la meta definitiva de nuestra vida cristiana. La oración colecta de este día es una profunda invitación a vivir con esperanza y gozo ante la promesa de nuestra participación en la gloria del Resucitado. No se trata de un hecho del pasado, sino de una victoria que ya es nuestra, y que transforma nuestra vida cotidiana.
1. Invocación inicial
Nos preparamos para orar con un corazón lleno de gratitud y esperanza, sabiendo que estamos ante el misterio de la Ascensión.
“Señor Dios, que en la Ascensión de tu Hijo has abierto para nosotros el cielo, te pedimos que nuestra vida refleje el gozo y la esperanza de este misterio. Que, como miembros de su Cuerpo, vivamos con la mirada fija en la meta gloriosa hacia la cual Él nos guía. Amén.”
2. Escucha y meditación de la oración colecta
Oración colecta de la Solemnidad de la Ascensión del Señor:
“Dios todopoderoso, concédenos exultar santamente de gozo y alegrarnos con religiosa acción de gracias, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y adonde ya se ha adelantado gloriosamente nuestra Cabeza, esperamos llegar también los miembros de su cuerpo.”
“Dios todopoderoso”
Iniciamos esta oración con un reconocimiento de la grandeza y el poder de Dios. Es un recordatorio de que todo lo que celebramos y vivimos está bajo el dominio y la acción de un Dios omnipotente, que actúa en la historia de la humanidad y en la vida de la Iglesia. Esta invocación nos prepara a recibir el misterio de la Ascensión no como algo lejano, sino como un acontecimiento personal y vital que afecta nuestra vida y destino.
Es un Dios que, al resucitar a su Hijo y ascenderlo a su gloria, nos abre a la posibilidad de compartir con Él la gloria celestial. Es un Dios que no se detiene ante nuestra debilidad, sino que nos invita a participar en su victoria definitiva.
Preguntas para meditar:
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¿Cómo reconozco la presencia activa y poderosa de Dios en mi vida diaria?
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¿Vivo mi fe consciente de que todo está bajo su poder y que Él dirige mi vida?
“Concédenos exultar santamente de gozo y alegrarnos con religiosa acción de gracias”
La Ascensión de Jesús no es motivo de tristeza, sino de gran alegría. Esta parte de la oración nos llama a una alegría que no es superficial, sino santa, una alegría profunda, que proviene de la comprensión de que la Ascensión es la victoria de Cristo sobre todo lo que amenaza nuestra vida. El cielo ya está abierto para nosotros y lo celebramos con gozo y acción de gracias.
No solo estamos llamados a exultar de gozo, sino a agradecer sinceramente a Dios por este don maravilloso. La alegría cristiana no es solo un sentimiento, es una acción de gracias, una respuesta de corazón a lo que Dios ha hecho por nosotros a través de su Hijo. Esta acción de gracias debe ser continua, como un eco de la victoria de Cristo que se manifiesta en nuestra vida diaria.
Preguntas para meditar:
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¿Cómo puedo vivir una alegría santificada, que no dependa de circunstancias externas, sino de mi relación con Dios?
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¿Estoy dando gracias a Dios por la victoria de Cristo en mi vida y en el mundo?
“Porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria”
La Ascensión es la culminación de la obra de salvación. Al ascender a los cielos, Jesús no solo nos deja, sino que nos precede. Él nos ha mostrado el camino que nosotros también debemos seguir. La victoria de Cristo es nuestra victoria, porque Él, como Cabeza del Cuerpo místico, se adelanta para llevarnos con Él.
El gesto de ascender al cielo es, en realidad, una promesa de que nosotros, sus miembros, estamos llamados a participar de esa misma gloria. La Ascensión no es solo un acto que mira al pasado, sino una promesa de plena realización en el futuro: es la esperanza de que, al igual que Él, también nosotros estaremos con Él en el cielo.
Preguntas para meditar:
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¿Vivo mi vida con la certeza de que la victoria de Cristo es mi victoria?
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¿Qué significa para mí que la Ascensión sea nuestra victoria? ¿Cómo me fortalece en mi camino de fe?
“Y adonde ya se ha adelantado gloriosamente nuestra Cabeza, esperamos llegar también los miembros de su cuerpo”
Aquí es donde la esperanza cristiana cobra su mayor sentido. La Ascensión de Jesús no es solo un acto de exaltación de Cristo, sino un acto de apertura para todos los creyentes. La Cabeza se ha adelantado, y nosotros, los miembros de su Cuerpo, seguiremos el mismo camino. Esta esperanza de alcanzar la gloria es central en la vida cristiana. Jesús, al ascender, no solo muestra el destino al que Él ha llegado, sino el camino que también debemos seguir.
Por tanto, la Ascensión es una invitación a vivir con esperanza en la vida futura, sabiendo que, como miembros de su Cuerpo, somos llamados a la gloria eterna. El cristiano no se conforma con la vida terrenal, sino que vive con la mirada puesta en el cielo, en la promesa de la vida eterna junto a Cristo.
Preguntas para meditar:
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¿Cómo vivo la esperanza de la gloria eterna?
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¿Mi vida cotidiana refleja que mi verdadera patria es el cielo?
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¿En qué áreas de mi vida necesito renovar mi esperanza en la vida futura?
3. Oración personal
A partir de la oración colecta, elevamos nuestras súplicas a Dios con esperanza y gratitud:
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Gozo pascual:
“Señor, ayúdame a vivir esta alegría pascual, sabiendo que Cristo ha abierto el camino para nosotros. Que mi vida sea un canto de acción de gracias.” -
Victoria de Cristo:
“Gracias, Señor, por tu victoria. Que nunca olvide que en ti, mi Cabeza, está mi fuerza y mi esperanza.” -
Esperanza en el cielo:
“Te pido, Señor, que mi corazón se fije en la meta gloriosa que Tú nos has mostrado. Que la Ascensión de Cristo sea para mí la luz que me guía hacia el cielo.”
4. Contemplación
Imaginamos a Jesús ascender, rodeado de ángeles, mientras sus discípulos lo miran con admiración y asombro. En sus corazones, se enciende la llama de la esperanza, sabiendo que Él, que ha ascendido, volverá para llevarlos consigo.
Con los ojos del corazón, vemos también que nosotros somos llamados a seguirlo. Cada vez que celebramos la Eucaristía, estamos anticipando el cielo, como un adelanto de la gloria que nos espera. En este silencio, sentimos que la Ascensión no es un evento del pasado, sino una realidad que nos llama a vivir hoy con la mirada puesta en el cielo.
5. Compromiso
Para vivir esta oración en nuestra vida diaria:
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Vivir con esperanza: La Ascensión es un recordatorio de que mi verdadera patria está en el cielo. Este mundo no es todo lo que soy.
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Celebrar con alegría: Cada vez que celebramos la Eucaristía, debemos hacerlo con alegría, como una acción de gracias por la victoria de Cristo.
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Renovar nuestra visión de vida: Mirar siempre hacia el cielo, recordando que la vida cristiana es una peregrinación hacia la gloria.
Rezamos nuevamente la oración colecta:
“Dios todopoderoso, concédenos exultar santamente de gozo y alegrarnos con religiosa acción de gracias, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y adonde ya se ha adelantado gloriosamente nuestra Cabeza, esperamos llegar también los miembros de su cuerpo.”
Que la Ascensión de Cristo fortalezca nuestra esperanza y nos impulse a vivir en la alegría de la victoria que ya es nuestra.
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