41. Orar con la liturgia: oración colecta del VI Domingo de Pascua

Catequesis mistagógica sobre la oración colecta del VI Domingo de Pascua

El gozo pascual continúa latiendo con fuerza en la liturgia de este tiempo. En el VI Domingo de Pascua, la Iglesia nos invita a contemplar no solo la victoria de Cristo resucitado, sino también cómo esa victoria debe hacerse visible y fecunda en nuestra vida. La oración colecta de este día nos sitúa en el corazón de la Pascua: celebrar con fervor sincero lo que hemos recibido, y manifestarlo en nuestras obras. No basta con recordar: el Resucitado quiere actuar en nosotros.

1. Invocación inicial

Nos recogemos interiormente y nos disponemos a orar con corazón alegre y disponible:

“Señor Dios, que en la Pascua has renovado nuestro corazón, concédenos vivir con alegría verdadera estos días santos. Que tu Hijo resucitado transforme nuestros pensamientos, palabras y obras, para que lo que celebramos con fe se manifieste con amor. Amén.”

2. Escucha y meditación de la oración colecta

Oración colecta del VI Domingo de Pascua:

“Dios todopoderoso, concédenos continuar celebrando con fervor sincero estos días de alegría en honor del Señor resucitado, para que manifestemos siempre en las obras lo que repasamos en el recuerdo.”

“Dios todopoderoso”

La oración comienza con una invocación a Dios, reconociendo su poder. Es el mismo Dios que ha vencido a la muerte, que ha resucitado a Jesús, que ha abierto un camino nuevo para la humanidad. Este poder no es frío ni distante: es el poder del amor que transforma y salva. Nos dirigimos a Él sabiendo que puede obrar en nosotros con la misma fuerza con la que obró en Cristo.

Este reconocimiento inicial nos sitúa en una actitud de humildad confiada: no podemos vivir la Pascua solo con nuestras fuerzas. Solo Dios puede hacer que esta celebración no se quede en un recuerdo, sino que sea una vida nueva.

Preguntas para meditar:

  • ¿Me abro al poder de Dios para que transforme mi vida?

  • ¿Confío en que Él puede renovar mi corazón cada día?

“Concédenos continuar celebrando con fervor sincero estos días de alegría”

La liturgia no es algo puntual: es una escuela de vida. Celebrar la Pascua no es solo asistir a la Misa de Resurrección, sino prolongar esa celebración con fervor, con sinceridad y con perseverancia. La oración pide que no se apague en nosotros el fuego pascual, que no volvamos a la rutina con el corazón apagado.

El fervor sincero es una gracia: es la alegría que nace de haber encontrado al Resucitado, y que se expresa con profundidad interior, no solo con gestos externos. Esta frase nos invita a cultivar la memoria agradecida de lo que hemos vivido en estos días santos, y a no dejar que el gozo se enfríe.

Preguntas para meditar:

  • ¿Cómo estoy viviendo estos días de Pascua? ¿Se nota la alegría pascual en mi vida cotidiana?

  • ¿Qué puedo hacer para renovar mi fervor en la oración y en la participación en los sacramentos?

“En honor del Señor resucitado”

La celebración pascual no es un recuerdo sin destinatario. Celebramos en honor del Señor que está vivo, presente, actuante. Jesús resucitado no es una figura del pasado, sino una Persona viva que camina con nosotros, que quiere ser reconocido y amado en el presente.

Celebrar en honor del Resucitado es rendirle culto, sí, pero también es testimoniarlo con la vida. Es vivir cada jornada como quien sabe que Cristo ha vencido la muerte y que la última palabra no la tienen el pecado ni el dolor, sino el amor que salva.

Preguntas para meditar:

  • ¿Estoy honrando al Señor resucitado con mi forma de vivir?

  • ¿Cómo puedo hacer más visible su presencia viva en mi entorno?

“Para que manifestemos siempre en las obras lo que repasamos en el recuerdo”

Esta es la clave de toda la oración: lo que se celebra y se recuerda, debe vivirse y manifestarse. La liturgia nos hace repasar con el corazón y la fe el Misterio de Cristo, pero no para que se quede encerrado en la memoria. La Pascua está llamada a traducirse en obras: en gestos de perdón, de reconciliación, de servicio, de esperanza.

El recuerdo, en la liturgia, no es algo nostálgico: es memoria viva que nos transforma. Y esa transformación se mide en nuestras obras. No basta con emocionarse en la Vigilia Pascual: el gozo del Resucitado debe plasmarse en cómo tratamos al otro, en cómo hablamos, en cómo trabajamos, en cómo oramos.

Preguntas para meditar:

  • ¿Lo que celebro en la liturgia se refleja en mis obras diarias?

  • ¿Qué aspectos de mi vida necesitan una conversión pascual para ser testimonio del Señor vivo?

3. Oración personal

A partir de esta oración colecta, elevamos nuestras súplicas al Señor con confianza y alegría:

  • Fervor sostenido:
    “Señor, no dejes que se enfríe en mí la alegría pascual. Aviva mi fe, mi esperanza y mi caridad.”

  • Presencia viva del Resucitado:
    “Jesús vivo, quédate conmigo. Que no te celebre solo con palabras, sino con una vida nueva.”

  • Unidad entre fe y vida:
    “Padre, haz que mis obras hablen de ti. Que lo que recuerdo en la oración se haga verdad en mi conducta.”

4. Contemplación

En silencio, nos dejamos habitar por la oración.
Imaginamos que estamos con los discípulos junto al Resucitado. Lo vemos partir el pan, abrir las Escrituras, soplar su Espíritu. Él nos mira con ternura y nos envía: “Id y haced discípulos”.
En su presencia, sentimos que el fervor no es agitación, sino amor constante. Que la alegría no es evasión, sino vida nueva. Y que recordar es vivir con el corazón lleno de lo que hemos visto y oído.

Oramos en silencio:
“Señor resucitado, que lo que he celebrado contigo se haga carne en mí. Que mi vida hable de Ti.”

5. Compromiso

Para vivir esta oración en lo concreto de cada día:

  • Renovar mi participación en la Eucaristía dominical como fuente de alegría pascual.

  • Practicar una obra concreta de caridad que haga visible la fe que profeso.

  • Recordar cada día, con gratitud, que Cristo ha resucitado y está conmigo.

  • Dedicar un momento semanal a repasar lo vivido en la liturgia y cómo se traduce en mi vida.

Rezamos nuevamente la oración colecta:

“Dios todopoderoso, concédenos continuar celebrando con fervor sincero estos días de alegría en honor del Señor resucitado, para que manifestemos siempre en las obras lo que repasamos en el recuerdo.”

Que el Resucitado nos conceda vivir una fe pascual, ferviente y fecunda.

¿Te gustaría que preparara también una versión visual o resumida para compartirla con un grupo o en una catequesis digital?

Comentarios

Entradas populares de este blog

2 Orar con la liturgia de Adviento - La oración colecta del 18 de diciembre

Indulgencia plenaria en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesus

La esperanza en este tiempo