La Basílica

Basílica significa “casa real”. En la antigüedad, en Grecia y Roma eran edificios públicos suntuosos que se destinaban para administrar justicia o salones de trono. Arquitectónicamente su estructura consistía en un gran espacio rectangular que se organizaba en torno a un espacio entre columnas (una nave central) muy ancho que era flanqueado por otras dos o cuatro naves laterales más pequeñas. Tras el Edicto de Milán, se empezaron a erigir templos cristianos usando la forma arquitectónica basilical.

Con el tiempo, la categoría de “basílica” se desligó de la estructura arquitectónica para adquirir un significado litúrgico. Desde el punto de vista litúrgico, un templo es basílica cuando el papa le otorga esta distinción por su importancia, su historia o algún otro aspecto que le de relieve. Así pues, con independencia de que un templo tenga desde el punto de vista arquitectónico tenga un trazo cruciforme, basilical, o de otro tipo, puede tener la categoría litúrgica de basílica por concesión papal.

Hay dos tipos de basílicas: las mayores y las menores. Las mayores solo son cuatro y están en Roma: San Pedro, San Pablo, Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. Las basílicas menores pueden estar en Roma o en cualquier otra parte del mundo.

Para obtener el título basilical, un templo debe ser una iglesia consagrada y que tenga una peculiar cuidado en la celebración de la Eucaristía, de la Penitencia, y los demás sacramentos, contando con la activa participación de los fieles; debe contar con un número suficiente de clérigos para atender el culto divino y el confesionario; y debe de tener un número suficiente de ministros del altar y una cantores, para fomentar la participación los fieles, así como la música y el canto.

Cuando un templo tiene el título de basílica, conlleva que los fieles puedan lucrar indulgencia plenaria si se visita el día del aniversario de la dedicación de la misma basílica, el día de la titular principal, en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el día del aniversario de la concesión del título basilical, un día elegido por el obispo diocesano, y el día elegido una vez al año por cada uno de los fieles.

Las basílicas tienen derecho a usar unas determinadas insignias:

  • La primera es la umbrela basilical, que es una umbrela hecha con doce franjas de seda o damasco que alternan los colores rojo y amarillo, que son heredados del Senado Romano, y que fueron adoptados para la umbela como insignia del gobierno papal. Se remata por un globo con una cruz, ambos de metal dorado, todo montado en una pértiga. Se coloca en algún lugar de la basílica, y se lleva en las procesiones. La umbrela permanece semiabierta esperando al Pontífice, y solamente se abre del todo para recibir a éste.

  • La segunda es el tintinábulo, que es una pequeña campana de metal, de, montada en un campanario que se lleva sobre un astil. El campanario es tradicionalmente un bastidor de madera o metal con el titular de la basílica pintado o grabado en una cara y el escudo en la otra. El tintinábulo se usa en las procesiones. Parece que su origen tenía una finalidad práctica, avisar de la procesión. 



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