50. Orar con la liturgia: oración colecta del XVII Domingo del Tiempo Ordinario

oración colecta del XVII Domingo del Tiempo Ordinario

Introducción
En la oración colecta de este domingo, nos dirigimos a Dios como protector de aquellos que esperan en Él. Reconocemos que sin su intervención, nada es fuerte ni santo. Esta oración nos invita a pedir su misericordia para ser instruidos y guiados por Él, de tal manera que podamos usar los bienes pasajeros de este mundo para adherirnos a los bienes eternos, aquellos que no perecen y que nos conducen hacia la vida eterna. La solicitud de la misericordia de Dios nos recuerda nuestra dependencia total de Él.

1. Invocación inicial
Señor, te pedimos que seas nuestro protector y nos guíes en todo momento. Que, sin Ti, nada es fuerte ni santo, y que Tu misericordia nos transforme para vivir según tu voluntad. Amén.

2. Escucha y meditación de la oración colecta

“Oh, Dios, protector de los que en ti esperan…”
Al comenzar nuestra oración, invocamos a Dios como el protector de aquellos que esperan en Él. La espera aquí no es pasiva, sino activa: significa confiar en Su providencia y en Su plan divino para nuestras vidas. Dios, como protector, nos sostiene y nos guía en nuestro camino, mostrándonos siempre la dirección correcta. En un mundo lleno de incertidumbre, la esperanza en Dios nos da seguridad y confianza, sabiendo que Él está con nosotros en cada paso.

  • ¿Cómo experimento la protección de Dios en mi vida diaria?
  • ¿Estoy confiando plenamente en Su providencia y guía, especialmente en los momentos difíciles?

“Y sin el que nada es fuerte ni santo…”
En esta frase, afirmamos nuestra total dependencia de Dios. Sin Él, nuestras fuerzas son limitadas, y nuestra santidad es imposible de alcanzar. Solo en Su presencia encontramos la fortaleza para enfrentar las adversidades de la vida. Esto nos lleva a reconocer que todas nuestras acciones, por más buenas que sean, dependen de Su gracia y poder. La verdadera santidad no viene de nuestros esfuerzos individuales, sino de la acción de Dios en nosotros.

  • ¿Soy consciente de que sin Dios no puedo hacer nada verdaderamente santo?
  • ¿Cómo me he acercado a Él para recibir esa fortaleza en los momentos de debilidad?

“Multiplica sobre nosotros tu misericordia…”
Aquí pedimos que Dios derrame abundantemente Su misericordia sobre nosotros. La misericordia divina es la que nos permite seguir adelante cuando caemos, la que nos perdona y nos levanta para continuar en el camino. Esta misericordia no solo nos perdona, sino que también nos transforma, guiándonos hacia una vida de mayor fidelidad. Dios no se cansa de mostrarnos Su amor incondicional, y su misericordia es un regalo continuo.

  • ¿Cómo experimento la misericordia de Dios en mi vida?
  • ¿Estoy dispuesto a recibir Su misericordia, incluso cuando siento que no la merezco?

“Para que, instruidos y guiados por ti…”
La misericordia de Dios no solo nos perdona, sino que también nos instruye y nos guía. La instrucción divina es esencial para caminar por el camino recto, especialmente en un mundo lleno de distracciones y tentaciones. Esta parte de la oración nos invita a abrir nuestro corazón a la enseñanza de Dios, que se realiza a través de Su Palabra, la oración, y la acción del Espíritu Santo en nosotros.

  • ¿Estoy abierto a la instrucción y guía de Dios en mi vida cotidiana?
  • ¿Cómo busco Su sabiduría para tomar decisiones importantes en mi vida?

“De tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos ya a los eternos.”
Los bienes de este mundo son pasajeros, y aunque son necesarios para nuestra vida, no deben ser nuestro fin último. La oración nos llama a utilizar estos bienes de manera sabia y generosa, sin que se conviertan en un obstáculo para nuestra adhesión a los bienes eternos, aquellos que Dios nos ofrece en Su Reino. Los bienes eternos, como la vida en Cristo, la gracia y la salvación, son los que nos dan la verdadera satisfacción y nos guían hacia la vida plena. Usar correctamente los bienes de este mundo es una manera de acercarnos a los bienes eternos.

  • ¿Estoy utilizando los bienes materiales de manera responsable y generosa, sin apegarme a ellos?
  • ¿Cómo puedo asegurarme de que mis prioridades están alineadas con los bienes eternos que Dios me ofrece?

3. Oración personal
Señor, te pido que me protejas y me guíes en todo momento. Multiplica Tu misericordia sobre mí, para que, instruido y guiado por Ti, pueda vivir de acuerdo con Tu voluntad. Ayúdame a utilizar los bienes pasajeros de manera que me acerquen a los bienes eternos que Tú me ofreces. Amén.

4. Contemplación
Imaginemos a un niño confiando plenamente en la protección de su padre. A pesar de las dificultades, el niño sabe que su padre lo guiará y lo protegerá. De igual manera, Dios nos invita a confiar en Su misericordia y a seguir Su guía. Podemos visualizar cómo Dios derrama Su gracia sobre nosotros, guiándonos con Su sabiduría y dándonos la fortaleza para vivir según Su voluntad. Al confiar plenamente en Su providencia, nuestros corazones se enfocan en los bienes eternos, y vemos cómo todo lo que hacemos en este mundo tiene un propósito más grande.

5. Compromiso

  • Abrirme a la misericordia de Dios y permitir que Su gracia me transforme cada día.
  • Buscar ser guiado por Dios, escuchando Su Palabra y siguiéndolo con fidelidad en todo lo que hago.
  • Usar los bienes materiales de manera sabia, generosa y responsable, para que no me aparten de los bienes eternos.
  • Confiar en que Dios me protegerá y me guiará hacia los bienes que me conducen a la vida eterna.

Oración final
Oh, Dios, protector de los que en ti esperan y sin el que nada es fuerte ni santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia, para que, instruidos y guiados por ti, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos ya a los eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.

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