El Cirio Pascual
El Cirio Pascual
El Cirio Pascual es una vela de tamaño mayor a las demás, y se encuentra adornada, tiene dibujada una cruz, el signo del alfa, del omega y el año y cinco granos de incienso clavados. Es un símbolo de Cristo resucitado y de su luz. Es una vela de renovación anual. Se bendice en la Vigilia Pascual de cada año, con lo cual se sustituye el del año anterior.
Costumbres
En algunos lugares existía la costumbre de que el IV domingo de Cuaresma los sacristanes pedían cabos de velas a los fieles. Con esos cabos elaboraba el cirio pascual. En algunos lugares en este día se hace una colecta especial para adquirir el cirio. Sea con el donativo de cera o con el de dinero, que la comunidad obsequie el cirio es una ofrenda, y cobra sentido la expresión del pregón pascual: “En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino de alabanza, que la santa Iglesia te ofrece por medio de sus ministros en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas”.
Cirio
La palabra “cirio” viene del latín “cereus”, de cera, el producto de la abejas. Al hablar de las “candelas”, aludíamos al uso humano y al sentido simbólico de la luz que produce los cirios, también en la liturgia cristiana.
El cirio más importante es el que se enciende en la Vigilia Pascual como símbolo de Cristo – Luz, y que sitúa sobre una elegante columna o candelabro adornado.
El Cirio Pascual es ya desde los primeros siglos uno de los símbolos más expresivos de la Vigilia. En medio de la oscuridad (toda la celebración se hace de noche y empieza con las luces apagadas), de una hoguera previamente preparada se enciende el Cirio, que tiene una inscripción en forma de cruz, acompañada de la fecha del año y de las letras Alfa y Omega, la primera y la última del alfabeto griego, para indicar que la gracia de Cristo, principio y fin del tiempo y de la eternidad, nos alcanza con fuerza siempre nueva en el año concreto en que vivimos.
Los granos de incienso.
Menor importancia tiene los granos de incienso que también se puede incrustar en la cera, simbolizando las cinco llagas de Cristo en la Cruz.
Este Cirio “para la veracidad del signo, ha de ser de cera, nuevo cada año, único, relativamente grande, nunca ficticio, para que pueda evocar realmente que Cristo es la luz del mundo”.
Lugar del Cirio
Luego se coloca el Cirio en la columna o candelero que va a ser su soporte, y se proclama en torno a él, después de insertarlo, el solemne Pregón Pascual.
El Cirio Pascual en la liturgia.
El Cirio estará encendido en todas las celebraciones durante las siete semanas de la cincuentena, al lado del ambón de la Palabra, hasta la tarde del domingo de Pentecostés. Una vez concluido el Tiempo Pascual, conviene que el Cirio se conserve dignamente en el baptisterio, y no en el presbiterio.
Durante la celebración del Bautismo debe estar encendido, para encender de él el cirio de los nuevos bautizados. También se enciende el Cirio Pascual, junto al féretro, en las exequias cristianas, para indicar que la muerte del cristiano es su propia Pascua. Así se utiliza el simbolismo de este Cirio en el bautizo y en las exequias, el principio y la conclusión de la vida: un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como garantía de su definitiva incorporación a la luz de la vida eterna.
Pegon Pascual
En la solemne Vigila Pascual se anuncia la Resurrección de Cristo y en el se ofrece a Dios el Cirio para que la luz mantenga nuestra esperanza en la vida eterna.
Aquí dejo un vídeo del Pregón pascual cantado en gregoriano aunque hay otras obras musicales realizadas con la letra. Tambien comparto el texto del pregón pascual, que es un verdadero tesoro liturgico, lleno de contenido bíblico, litúrgico, de fe y esperanza:
EXULTEN por fin los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo
y, por la victoria de Rey tan poderoso,
que las trompetas anuncien la salvación.
Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.
[Por eso, queridos hermanos,
que asistís a la admirable claridad de esta luz santa,
invocad conmigo la misericordia de Dios omnipotente,
para que aquel que, sin mérito mío,
me agregó al número de sus diáconos,
infundiendo el resplandor de su luz,
me ayude a cantar las alabanzas de este cirio.
V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.]
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su sangre,
canceló con misericordia el recibo del antiguo pecado.
Porque estas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Esta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar el mar Rojo por camino seco.
Esta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.
Esta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.
Esta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa!
Solo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.
Esta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mi gozo».
Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.
En esta noche de gracia
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza,
que la santa Iglesia te ofrece
por medio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.
Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para la gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla.
Porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa,
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!
Te rogamos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche.
Y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo:
ese lucero que no conoce ocaso,
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
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