Día 73 - La crucifixión de Jesús (Mt 27, 32-44)

 Día 73

1. Invoca al Espíritu Santo

2. La Palabra de Dios

La crucifixión de Jesús (Mt 27, 32-44)

32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz.

33 Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo.

35 Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes 36 y luego se sentaron a custodiarlo.

37 Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Este es Jesús, el rey de los judíos».

38 Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.

39 Los que pasaban, lo injuriaban, y meneando la cabeza, 40 decían: «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz».

41 Igualmente los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también diciendo: 42 «A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¡Es el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz y le creeremos. 43 Confió en Dios, que lo libre si es que lo ama, pues dijo: “Soy Hijo de Dios”».

44 De la misma manera los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.


3. La Palabra ilumina

En el corazón de la narración evangélica está la idea fundamental para el anuncio cristiano de que la cruz es la expresión suprema de la salvación llevada a cabo por Dios (cf. 1 Cor 1,18-25). 

Las palabras relativas a la cruz se entrelazan con el tema de la realeza, ilustrando así que el verdadero rey davídico reina desde la cruz. Otro tema presente en el fragmento es la referencia al drama del pueblo judío, que, elegido para recibir al Mesías, lo rechazó. Y, sobre todo, en el centro está el drama de Cristo, que vivió su condena a la muerte de cruz como última y suprema prueba. El pasaje está articulado con un conjunto de citas que muestran la intensidad con la que la Iglesia primitiva meditó sobre el misterio de la cruz a la luz del Antiguo Testamento. 

El fragmento se puede dividir en dos escenas: la primera relata la ejecución (vv. 32-38); la segunda las burlas dirigidas al crucificado (vv. 39-44). Mateo ve en el vino mezclado con hiel ofrecido a Jesús una referencia al Sal 69,22 [LXX] (v. 34), que expresa el lamento del justo sufriente y humillado. También la cita del Sal 22,19 (v. 35), respecto a las vestiduras repartidas como botín, se refiere al tema del justo sufriente. En el vértice de la presentación de Mateo se encuentra la proclamación de la realeza (v. 37), realizada oficialmente por medio del cartel fijado sobre la cruz. Jesús es rey: un rey de burla levantado entre dos bandidos crucificados con Él (cf. Is 53,12). Los insultos que siguen no son las vulgares mofas de los soldados, sino una insidia terrible desarrollada por el abandono total en que se encuentra y por su adhesión a la voluntad del Padre. Sin embargo, es precisamente en la cruz donde se cumple el designio de Dios y donde Jesús se manifiesta verdaderamente como «Hijo de Dios».


4. Dialoga con el Señor


¿Quién es este Dios que se hace hombre y se entrega por mis pecados en la cruz? Jesús, vienes a convertirte víctima de nuestra crueldad...y yo, ¿cómo respondo en mi día a día a esto?


Dios te bendiga.

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