El futuro
Es una palabra difícil. Nos da miedo esta palabra pues en este tiempo el futuro parece desaparecer. Hay una incertidumbre, una zozobra ¿Que vendrá mañana?. Tenemos miedo a multitud de cosas...
En la obra "la peste" de Albert Camus se pregunta por esta dificultad de futuro. En Orán esperaban los trenes, pero la ciudad está sitiada y no llegan, decía: "Al fin había siempre un momento en que nos dábamos cuenta de que los trenes no llegaban. Entonces comprendíamos que nuestra separación tenía que durar y que no nos quedaba más remedio que reconciliarnos con el tiempo. Entonces aceptábamos nuestra condición de prisioneros, quedábamos reducidos a nuestro pasado, y si algunos tenían la tentación de vivir en el futuro, tenían que renunciar muy pronto".
Es una frase angustiosa, cuando una persona no tiene futuro se sufre, el hombre es un animal de futuro, vivir siempre por delante, se proyecta, hace planes.
Ante la tempestad que vivimos podemos abrir a una nueva mirada. Podemos entender una perspectiva de futuro más original. Se puede entender un futuro no de planes y proyectos, que controlo que no es malo, pero si pobre. Frente este futuro está el futuro fruto, el fruto es algo que sucede en mi, pasa a través de mi pero me supera y no lo controlo. Es como la planta, la planta que necesita del agua, de la luz, del sol, pero da algo más: la fruta, con su sabor, la frescura que supera al leño.
El fruto es algo que va más allá, lo vemos en la generación de los hijos, en los padres que dan a luz. El niño supera a los padres, continuando el presente pero a la vez les desborda.
Este futuro de este modo es más rico, nos enseña a vivir el presente, nace cultivando el presente, para así reconciliarnos con el tiempo. Es el lugar estrecho, es la puerta estrecha del Evangelio que dice Jesús que nos viene dada y que pasamos en nuestra vida.
Este futuro no se reduce a lo mío. Por eso nos desborda. Es un verdadero futuro. Tiene una novedad grande. No repite lo que tengo, lo que soy. El futuro puede empezar con lo que tiene de atrayente para el hombre, la ilusión. Por tanto se abre a la acción de Dios.
Abrirse al futuro del fruto es abrirse a un futuro en el que Dios que actúa, que actúa hoy y ahora. Es abrirse al futuro en el que Dios que está actuando.
El Dios cristiano no es sólo el Dios de lo Alto, el Dios del Cielo sino es el Dios que está viniendo, que viene y que trae una novedad aunque a veces lo hace como un parto, algo doloroso pero que entraña una novedad y una alegría desbordante ante la venida de un hijo.
Los médicos han sido tan importantes este tiempo como vosotros, los padres, cuidáis el futuro. El niño es el futuro.
En la Biblia el rostro del Hijo es el rostro del futuro. Empieza algo nuevo con cada niño. Cuidar de ellos, mostrarles el camino de Jesús, sembrar memorias buenas, memorias de esperanza es cuidar del futuro de todos.
El futuro del cristiano es el rostro del niño que nace que es Cristo. Cristo trae nuestro futuro último, porque el no solo ha vivido en el pasado sino que Resucitando se anticipa a todo futuro. El es lo último, nuestro futuro tendrá el rostro de Cristo, esta es la esperanza del cristiano. Este momento de tempestad nos llama a aprender que sea cual sea el futuro tendrá un rostro: el de Cristo, el de la muerte y la Resurrección.
La esperanza nos desborda y no defrauda porque Cristo ha resucitado, porque la muerte ya no tiene dominio sobre el hombre. ¡Hay algo más!
Texto original José Noriega, Grandes palabras, Futuro.
¿Cómo te enfrentas al futuro?
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