56. Orar con la liturgia: oración colecta del Domingo XXV del Tiempo Ordinario

Catequesis mistagógica sobre la oración colecta del Domingo XXV del Tiempo Ordinario

Oración colecta:
Oh, Dios, que has puesto la plenitud de la ley divina
en el amor a ti y al prójimo,
concédenos cumplir tus mandamientos,
para que merezcamos llegar a la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Introducción

Esta colecta nos recuerda el corazón mismo del Evangelio: el amor. Toda la ley de Dios encuentra su plenitud, su sentido más profundo, en el amor a Él y al prójimo. No se trata de una norma externa, sino de una vida interior transformada por la caridad. Cumplir los mandamientos, entonces, no significa solo obedecer reglas, sino dejar que el amor oriente cada pensamiento, palabra y acción.

En esta oración pedimos a Dios no tanto la fuerza de cumplir, sino la gracia de amar. Porque solo el amor verdadero nos abre el camino a la vida eterna: esa comunión plena y definitiva con Dios y con todos los que Él ama. Amar es, en el fondo, comenzar a vivir ya desde ahora la eternidad.

1. Invocación inicial

Oh Dios, fuente de todo amor,
tú has querido que la plenitud de tu ley
resplandezca en el amor a ti y al prójimo.
Derrama en mí tu Espíritu,
para que mis obras broten del amor
y cumpliendo tus mandamientos,
camine con gozo hacia la vida eterna.
Amén.

2. Escucha y meditación de la oración colecta

“Oh Dios, que has puesto la plenitud de la ley divina en el amor a ti y al prójimo…”
La ley de Dios no es una carga, sino un camino de libertad que nos enseña a amar. En el amor se cumple toda la ley, porque quien ama como Dios ama, vive en su voluntad. Jesús mismo resumió todos los mandamientos en estos dos amores inseparables: Dios y el prójimo.

  • ¿Vivo los mandamientos como normas o como expresiones concretas del amor?

  • ¿Reconozco en el amor a los demás una forma real de amar a Dios?

“…concédenos cumplir tus mandamientos…”
Cumplir los mandamientos no es solo obedecerlos, sino hacerlos vida. Es permitir que el amor transforme nuestras decisiones, purifique nuestras intenciones y guíe nuestras relaciones. Pedimos a Dios su gracia, porque sin ella no podemos perseverar en el bien.

  • ¿Pido la gracia de cumplir los mandamientos por amor y no por temor?

  • ¿Busco cumplirlos desde el corazón, con libertad interior y alegría?

“…para que merezcamos llegar a la vida eterna.”
La meta del amor es la vida eterna, no como recompensa, sino como plenitud natural de quien ama. Vivir en el amor es ya gustar el cielo anticipadamente, porque la vida eterna no comienza después de la muerte, sino en cada acto de caridad sincera.

  • ¿Vivo mi fe con la mirada puesta en la eternidad?

  • ¿Soy consciente de que cada gesto de amor es una semilla de vida eterna?

3. Oración personal

Señor, Dios del amor perfecto,
enséñame a cumplir tus mandamientos
no por obligación, sino por amor.
Haz que en mi corazón se abrace el amor a Ti
y el amor a mis hermanos.
Que en mi vida, cada palabra y cada obra
reflejen tu caridad viva.
Y al final de mi camino,
llévame a gozar contigo la plenitud de la vida eterna.
Amén.

4. Contemplación

Contemplemos la imagen de una balanza perfecta: en un plato está el amor a Dios, en el otro, el amor al prójimo. Solo cuando ambos están en equilibrio, la balanza de la vida se mantiene firme.
Dios no nos pide elegir entre Él y los demás, sino amarlos a ambos con el mismo corazón, porque su amor es uno solo.
En el silencio, dejemos que su Espíritu ponga armonía en nuestro amor, uniendo fe y obras, oración y servicio, contemplación y entrega.
Allí, en esa unidad, se anticipa ya la vida eterna.ñh6o

5. Compromiso

  • Repetir durante el día: “Señor, enséñame a amar como Tú amas.”

  • Realizar un acto concreto de caridad con alguien que necesite ayuda, consuelo o perdón.

  • Examinar los mandamientos desde la óptica del amor: ¿cómo puedo vivirlos de manera más profunda y libre?

  • Dedicar un momento a orar por quienes me cuesta amar, pidiendo por ellos la misma bendición que deseo para mí.

Oración final

Oh Dios,
que has puesto la plenitud de la ley divina
en el amor a ti y al prójimo,
concédenos cumplir tus mandamientos,
para que merezcamos llegar a la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo,
Dios por los siglos de los siglos.
Amén.


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