Ir a la Luz para dar luz a nuestro corazón, propuesta de cómo vivir el examen de conciencia para la confesión

El sacramento de la Reconciliación es el encuentro de Dios con el hombre. Un encuentro especial en el que el hombre es perdonado de los pecados cometidos.

Esta catequesis tiene tres partes:

1.  Confesión... un recuerdo de los actos.
2. ¿Examen de qué?
3. Cosas prácticas para el examen de conciencia.

1. Confesión... un recuerdo de los actos del penitente.

Pero para que se dé este encuentro tenemos que disponernos. Recordemos los pasos de la confesión:
1. Examen de conciencia
2. Dolor de los pecados
3. Decir los pecados al confesor
4. Dar gracias a Dios por el perdón recibido.
5. Cumplir la penitencia.
 Aquí un vídeo que los explica un poquito cada acto de la confesión:


2. ¿Examen de qué?

Uno de los pasos más importantes es el examen de conciencia. En numerosas ocasiones podemos caer en varios errores:

1. Hacer un rápido cuestionario "sile", "nole"... "sile".. "nole"...
2. Podemos indagar e indagar e indagar y estar horas y horas haciendo un examen de conciencia, buscando preguntas y más preguntas.
3. Se puede caer en pasar en pasar de puntillas: "no he robado", "no he matado"... pues ale, al confesionario.
4. Sentirnos en el banquillo de los acusados y ver este momento y el del sacramento solo como un juicio.
5. Que sea como una verdadera tortura.
6. Mirarme a mí mismo, midiéndome con la vara de la auto-exigencia y la "perfección".
7. No es un examen como en el colegio.

Todo esto convierte el examen de conciencia y el sacramento en una verdadera "sangría", algo horrible de lo que uno quiere huir corriendo. 

Pero el examen de conciencia ¡no es esto!

En el examen de conciencia el centro somos Dios y yo, es un momento de diálogo, de oración, que nos prepara y forma parte integrante del sacramento. Es el preámbulo... Con este acto nos preparamos para el momento del encuentro con el Padre, que lo único que quiere es abrazarnos y perdonarnos.

La conciencia es el lugar íntimo de la persona que discierne, juzga, si un acto es bueno o malo, es el lugar donde Dios habla. 

Nuestros actos no nos definen pero sí que marcan nuestra historia y pueden transformarnos. De tal manera que nuestros actos pueden ser un peso en nuestra conciencia y en nuestra vida. Cristo viene para redimirnos y para quitarnos ese peso con el perdón del Padre,  "yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante" (Jn 10,10).

El examen de conciencia es el momento en el que le pedimos luz al Señor para que ilumine nuestra vida y podamos mirarla desde sus ojos, a la luz de su mirada. Y tras esta petición miramos nuestra conciencia, nuestra vida, para poder reconocer aquellos actos que libre, consciente y voluntariamente han roto con el amor de Dios.

No es un examen como los del colegio o la universidad... Sabemos cuál es el resultado siempre que actuemos con sinceridad y lealtad.

El examen de conciencia es contar a Dios nuestra historia, las cosas buenas para agradecerle el don y las malas para tomar nota y pedirle perdón.

3. Cosas prácticas para el examen de conciencia

Te propongo unos pasos para hacer el examen de conciencia de un modo ordenado y saludable, que no sea todo lo que se ha descrito anteriormente.

1. Ponte en presencia de Dios:

Se trata de buscar un lugar cómodo y tranquilo. En el que se pueda rezar, pues el examen de conciencia es oración, es diálogo con Dios.

Pueden ayudarte signos concretos, como una cruz, una imagen de Jesús, la biblia (imprescindible), una vela...

- Haz la señal de la cruz...

- Pide luz al Espíritu Santo, Él es el que ilumina de verdad, habita en nosotros porque somos bautizados. Puedes hacerlo con tus propias palabras o con estas:
"Oh Espíritu Santo, que habitas en mí, líbrame de la sordera, para poder escuchar tu voz,  abre mis ojos para que pueda contemplar mi vida a la luz de tu mirada, despierta mi corazón, para que pueda acogerte y amarte más. Ven Espíritu Santo sobre mí, enciéndeme con el fuego de tu amor."

2. Lee la Palabra de Dios:

Es el momento de acudir a algún pasaje sobre la misericordia de Dios, sobre el anuncio del amor de Dios con el hombre. Por ejemplo uno de estos:
  • La oveja perdida: Lc 15, 4-7
  • La moneda encontrada: Lc 15, 8-10
  • El hijo pródigo: Lc 15, 11-32
  • La curación del paralítico en Cafarnaún: Mc 2, 1-11
  • Effetá: Mc 7, 32-37
  • Bienaventuranzas: Mt 5, 1-12 
  • El buen pastor: Jn, 10, 11-17
  • Joven rico: Mt 19, 16-29
  • ¿Me amas?: Jn 21, 15-19
  • Permaneced en mí: Jn 15, 1-17
Dedícale tiempo a la Palabra de Dios, mucho más que al examen de conciencia, si vas a dedicar en total 20 minutos, que unos 12 sean a la Palabra de Dios, pues esta nos ilumina y nos fortalece. Se trata de ver mi vida a la luz de SU mirada, no de la mía. Por eso, dedícale un tiempo a su Palabra.

3. Habla:

Es el momento de hablar con Jesús, a la luz de su mirada mirar nuestra conciencia, primero agradeciéndole todo lo bueno, y, en segundo lugar, reconociendo nuestras faltas, nuestras malas acciones de palabra, de obra o de olvido.

Este es el momento en el que puedes repasar tu día a día, desde la última confesión, puedes hacer tu propio "cuestionario" que te puede ayudar a iluminar, tienes aquí varios: uno de adultosotro de adultos más profundo (especialmente si no te confiesas desde hace mucho tiempo) , uno para jóvenes y adolescentes, otro para niños hay muchos otros, por estado de vida, bienaventuranzas, obras de misericordia, mandamientos de Dios y de la Iglesia...

Pide luz para recordar cómo y cuándo fue la ultima confesión, si has puesto todo lo que podías para luchar contra el pecado o, por el contrario, te has dejado llevar por ocasiones de pecado...

Dios conoce tu corazón, no le escondas nada, no tengas miedo, Él quiere perdonarte y salvarte, pero para ello tienes que reconocer el mal cometido y pedirle después perdón en el sacramento.

Toma nota, si es necesario, en un papel, que pueda ayudarte después en el Sacramento.

Para los ya avanzados, es una costumbre cristiana que todos los días antes de terminar el día agradezcamos al Señor los bienes recibidos y reconozcamos nuestras faltas. Este ejercicio diario ayudará a hacer luego un buen examen de conciencia para la confesión.

Sabemos cuál es el final, la Reconciliación con Dios, por tanto no dejemos el trabajo a medias...

Uno en este momento puede sentirse mal, decepcionado por lo que ha hecho, por haber roto el amor de Dios, por haberse equivocado... Esto se llama contrición, es decir, un dolor en el alma por haber fallado al amor de Dios, a los demás o a uno mismo y el deseo de no volver a pecar. Es el arrepentimiento.

Pero Dios quiere abrazarte y perdonarte, te espera ahora en el sacramento para darte su gracia para ayudarte a no caer.

El examen de conciencia no es una forma escrupulosa de apuntar o magnificar las cosas malas en tu vida y luego sentirse mal. Es una experiencia de alegría y redención: sentirse libre en una relación con Dios, vivir en libertad como sus hijos. Solo los hijos libres pueden estar presentes y ser testigos del rostro auténtico del Padre.

4. Agradece:

Es el momento final. Agradece a Dios el momento vivido, este diálogo con Él, el que te haya permitido estar un rato con Él, lo que te ha ayudado a reconocer, pídele ayuda para continuar y luchar contra esos pecados en los que has caído y ten ánimo de no volver a caer en ellos.

El agradecimiento es reconocer que algo se nos regala... Se nos regala un tiempo para reflexionar, para hablar con el Señor, para profundizar en nuestra vida a la luz de Él y se nos dan otros dones para luchar contra el pecado...

Es bueno poner junto con el Señor alguna meta, una forma simple de crecer en lo que Cristo también os llama a crecer. Trazar un pequeño "propósito", un pequeño plan de acción, que intentemos poner de nuestra parte un poquito, pero sin olvidar que eso no basta, que necesitamos de la gracia y la fuerza de Dios, por lo que le tenemos que pedir el don. Si queremos que Dios nos ayude a ser pacientes, por ejemplo, empieza ya a agradecerle que te dé ese don, aunque aún no lo percibas, Él va a ir obrando en ti.

Y tras el examen... no tengas miedo de acercarte al sacerdote, es Jesús que te está esperando para terminar y rematar este momento, con sencillez, humildad... No voy al sacramento a demostrar que soy el mejor y perfecto, sino que necesito de la gracia y la misericordia de Dios.



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