11 - La solicitud de las cosas temporales y el abandono en manos de la Providencia (Mt 6, 19-34)
DÍA 11
1. Invoca al Espíritu Santo
2. La Palabra de Dios
La solicitud de las cosas temporales y el abandono en manos de la Providencia (Mt 6, 19-34)
19 No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban.
20 Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban.
21 Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.
22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz;
23 pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!
24 Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
25 Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido?
26 Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? 27 ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? 28 ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. 29 Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. 30 Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?
31 No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. 32 Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
33 Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura.
34 Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia.
3. La Palabra Ilumina
El centro unificador de los diferentes dichos se encuentra en el v. 33: el objetivo de quien sigue a Jesús debe ser el Reino, o sea, el esfuerzo por realizar en su propia existencia la soberanía de Dios correspondiendo a sus exigencias (justicia) expresadas por todo el sermón de la montaña. Esto implica un recto discernimiento (ojo sano: v. 22) de las realidades de este mundo, para poder evaluar en su justa perspectiva lo que perece y lo que permanece.
El verdadero tesoro inalienable al que vincular nuestro deseo debemos ponerlo en el cielo, en Dios, para que también el corazón, en medio de los acontecimientos mutables (v. 19), permanezca anclado ahí. Un discernimiento de este tipo da limpidez a la vida (vv. 22s) y excluye toda componenda: un siervo del Señor no puede ser esclavo de las riquezas (v. 24), ni siquiera con el pretexto de proveer a su propio futuro (vv. 25-34). Dios, mucho más que un patrón bueno, es un Padre atento que conoce y provee incluso para las necesidades de las más pequeñas de sus criaturas: ¿Qué no hará con vosotros?» (v. 30).
Jesús nos invita, por tanto, a una fe más grande, que obra serenamente en el hoy, nos hace abandonar toda ansiedad por el mañana (vv. 31-34) y nos pone en las manos del Padre.
4. Conversa con el Señor.
¿Por qué le puedes dar gracias? ¿Qué te agobia?
Dios te bendiga.
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