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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Epifanía

En torno a la solemnidad de la Epifanía, que tiene un origen muy antiguo y un contenido muy rico, han nacido y se han desarrollado muchas tradiciones y expresiones genuinas de piedad popular. Entre estas se pueden recordar:      - el solemne anuncio de la Pascua y de las fiestas principales del año; la recuperación de este anuncio, que se está realizando en diversos lugares, se debe favorecer, pues ayuda a los fieles a descubrir la relación entre la Epifanía y la Pascua, y la orientación de todas las fiestas hacia la mayor de las solemnidades cristianas;      - el intercambio de regalos de Reyes; esta costumbre tiene sus raíces en el episodio evangélico de los dones ofrecidos por los Magos al niño Jesús (cfr. Mt 2,11), y en un sentido más radical, en el don que Dios Padre ha concedido a la humanidad con el nacimiento entre nosotros del Enmanuel (cfr. Is 7,14; 9,6; Mt 1,23). Es deseable que el intercambio de regalos con ocasión de la Epifanía mantenga un carácter religioso, muestre que

¿Por qué ir a misa el Domingo?

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Cuento de Navidad: La visitadora

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La Visitadora Era en Belén y era Nochebuena la noche. Apenas si la puerta crujiera cuando entrara. Era una mujer seca, harapienta y oscura con la frente de arrugas y la espalda curvada. Venía sucia de barro, de polvo de caminos. La iluminó la luna y no tenía sombra. Tembló María al verla; la mula no, ni el buey rumiando paja y heno igual que si tal cosa. Tenía los cabellos largos, color ceniza, color de mucho tiempo, color de viento antiguo; en sus ojos se abría la primera mirada y cada paso era tan lento como un siglo. Temió María al verla acercarse a la cuna. En sus manos de tierra, ¡oh Dios!, ¿qué llevaría?… Se dobló sobre el Niño, lloró infinitamente y le ofreció la cosa que llevaba escondida. La Virgen, asombrada, la vio al fin levantarse. ¡Era una mujer bella, esbelta y luminosa! El Niño la miraba. También la mula. El buey mirábala y rumiaba igual que si tal cosa. Era en Belén y era Nochebuena la noche. Apenas si la puerta crujió cuando se iba. María, al conocerla, gritó y la lla

65 - La cena y el anuncio de la traición de Pedro (Mt 26, 26-45)

 DÍA 65 1. Invoca al Espíritu Santo Ven, Espíritu Santo, ilumina mi mente, abre mi corazón, toma mis manos, para que comprenda el mensaje de la Palabra, para que sienta la profundidad del amor divino, para que camine abriendo mis manos a los que necesitan curación y misericordia. Ven, Espíritu Santo, aumenta mi fe en el Dios que ama a todos, santos y pecadores; dame el amor que abraza a todos los hombres y mujeres del mundo entero; afianza mi esperanza en medio de mis debilidades, limitaciones e incapacidades. Ven, Espíritu Santo, yo solo sé que no puedo hacer nada; acompáñame, guíame, llévame, para que pueda llegar al abrazo del Padre, para que pueda seguir las Palabras y enseñanzas del Hijo, para que pueda caminar con los demás, con amor, esperanza, fe y misericordia, con la fuerza, la luz y la ternura que vienen solo de Dios. 2. La Palabra de Dios La cena y el anuncio de la traición de Pedro (Mt 26, 26-45) 26 Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo

PASIÓN DE LAS PACIENCIAS

PASIÓN DE LAS PACIENCIAS La pasión, nuestra pasión, la esperamos, es cierto; sabemos que ha de llegar y hemos acordado que nos proponemos vivirla con cierta grandeza. Esperamos que llegue la hora de nuestro propio sacrificio. Como un leño en la hoguera, sabemos que debemos ser consumidos. Como una hebra de lana cortada con tijeras, debemos ser separados. Como un ser joven al que se degüella, debemos ser suprimidos. Esperamos la pasión; la esperamos, y no acaba de llegar. Lo que llega son las paciencias. Las paciencias, esos fragmentos de pasión, cuyo oficio es matarnos muy dulcemente por tu gloria, matarnos sin nuestra gloria. Desde por la mañana, vienen a nuestro encuentro: Son nuestros nervios demasiado tensos o demasiado lánguidos; es el autobús que pasa lleno, la leche que se sale, los deshollinadores que llegan, los niños que todo lo enredan; son los invitados que trae nuestro marido y ese amigo que no viene; es el teléfono que no para, los que amamos que ya no se aman; son las ga